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GEOGRAFIA FISICA - La Tierra en el Sistema Solar
PRUEBAS DE LA REDONDEZ DE LA TIERRA
Ya en la antigua Grecia algunos sabios habían sostenido que la Tierra era redonda, fundándose
en la forma del horizonte y la variación de la altura de los astros cuando el observador se
desplaza sobre la superficie del globo.
Las apariencias engañaron, sin embargo, a los hombres por mucho tiempo, y a pesar de las
afirmaciones de los observadores griegos se prefirió considerar a la Tierra como plana. El
primer viaje de circunnavegación, iniciado por Magallanes en 1519 y terminado por Elcano
algunos años después, desvirtuó tales creencias casi por completo. Tales viajes se han realizado
ya multitud de veces, incluso por aviones, desde los cuales han sido tomadas fotografías que,
estudiadas detenidamente, demuestran la real curvatura de la superficie terrestre.
Una prueba clásica de la redondez de la Tierra es la que se funda en los diversos aspectos que
adquiere un navío que se acerca o se aleja de la costa donde se encuentra el observador. Si la
Tierra fuera plana, el barco, al alejarse se iría reduciendo hasta ser un simple punto,
perdiéndose en la lejanía; pero lo que se advierte en realidad, y el efecto es mayor si se observa
a través de un catalejo, es que la nave parece hundirse gradualmente detrás de la saliente
originada por la curvatura del mar, desapareciendo primero su casco, luego los mástiles y la
chimenea, y finalmente el humo, que a menudo queda como único indicio de su posición. El
buque no desaparece, pues, debido a la reducción de su tamaño aparente motivada por el
aumento de la distancia, sino porque gradualmente queda oculto detrás de una porción de la
Tierra, que, a causa de su curvatura, forma una verdadera saliente que interrumpe la visual
dirigida por el observador hacia la nave.
Si la Tierra fuera cilíndrica o cónica, su redondez se haría patente solamente para determinadas
posiciones del observador; si fuera redonda pero no esférica, el horizonte no sería
perfectamente circular. Pero en la realidad este horizonte, si se hace caso omiso de las
irregularidades producidas por el relieve, la vegetación y las obras humanas, aparece como
una circunferencia perfecta. Como esta demostración puede hacerse desde diversos puntos de
la superficie del planeta, es preciso aceptar que la Tierra es prácticamente esférica. Este hecho
está corroborado, por otra parte, por la forma circular que ofrece la sombra de nuestro planeta
cuando se proyecta sobre la superficie de la Luna durante los eclipses lunares.
Ya se ha dicho anteriormente que medidas de alta precisión han demostrado que la Tierra
ofrece un abultamiento ecuatorial compensado por un achatamiento de ambos polos, y que
estrictamente hablando difiere de cualquier figura geométrica conocida, definiéndose su forma
como correspondiente a la de un geoide.