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GEOGRAFIA FISICA - Océanos y mares
ZONAS DE PROFUNDIDAD EN EL MAR
Las cubetas oceánicas están limitadas lateralmente por el talud continental, que baja a unos
2.500 m. de profundidad. Tanto este talud de pendiente muy pronunciada, como la plataforma
adosada a la tierra firme y en general de escasa pendiente, constituyen una verdadera
prolongación de los continentes por debajo de las aguas marinas.
La plataforma continental que baja hasta unos 200 m. tiene una anchura variable, que en
general está en relación con el relieve de las tierras emergidas inmediatas. Si dicho relieve es
muy abrupto y las montañas bordean las costas, la profundidad se hace grande a poca
distancia de éstas y la plataforma es angosta; es lo que ocurre generalmente a lo largo del
litoral del océano
Pacífico. En cambio, si la tierra firme sólo presenta una suave pendiente
internándose poco a poco bajo las aguas marinas, la plataforma adquiere una anchura notable;
este hecho ocurre a lo largo del litoral del océano Atlántico. Un buen ejemplo lo constituye la
amplia zona de poca profundidad donde se asientan las Islas Británicas; las islas Malvinas se
encuentran sobre la plataforma marítima que bordea la porción sudeste de la América del Sur.
Frente a las costas del norte de Chile esta plataforma está casi ausente y a menos de 200 kms.
de la costa reinan profundidades de 7.000 m., opuestas a las rasgadas cimas de los Andes,
algunas de las cuales alcanzan en esa latitud 6.500 m.
ZONAS DE PROFUNDIDAD EN EL MAR. Esquema que representa un corte vertical de la
Tierra, para indicar las diversas zonas de profundidad del mar.
El verdadero fondo del mar comienza a unos 2.500 m., estando constituido (si se excluyen los
sedimentos que lo cubren) por rocas relativamente más densas que las que forman la tierra
firme. Tras de una zona batial bastante ancha se hallan los grandes abismos o zona abisal, cuya
profundidad máxima varía según el océano de que se trate. Los mares, salvo el Caribe y algún
otro, carecen en general de una región abisal propiamente dicha y muchos se encuentran
directamente establecidos sobre la plataforma continental (gran parte del Mar del Norte y todo
el Báltico, por ejemplo).
Los sedimentos que cubren el fondo del mar varían con la distancia a la costa: sobre la
plataforma dominan los sedimentos terrígenos (es decir, aportados por los ríos y otros medios
naturales de transporte que actúan en los continentes); consisten en fangos de diversos colores
(azul, rojizo, verde) y variada composición; en las grandes profundidades aparecen depósitos
orgánicos, unas veces silíceos (fango de diatomeas, común en los mares árticos) y otras
calcáreas (fangos de globigerinos, pterópodos, etc.). Se trata en el primer caso de la
acumulación de los restos más resistentes de pequeñísimas algas y en el segundo de
caparazones de diminutos animales de organización muy simple.
En los grandes abismos, los mencionados caparazones sufren una disolución casi completa, y
son reemplazados por una especie de arcilla coloreada de rojo, debido a la acción de óxidos de
hierro.
En la inmediata proximidad de las costas se disponen los sedimentos litorales, tales como
arena y cantos rodados, aportados, ya sea por las corrientes fluviales, ya por la acción
trituradora del constante oleaje, que realiza una intensa labor erosiva.