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GEOGRAFIA FISICA - Océanos y mares
MOVIMIENTOS DEL MAR
En realidad el agua del mar nunca está en reposo. Aun en días de poco viento o con aire
tranquilo, su superficie es recorrida por ondulaciones bastante regulares que al llegar a la costa
se rompen, repitiéndose el fenómeno según períodos más o menos definidos. A estos
movimientos se les llama ondas marinas; se distinguen bastante de las olas que son producidas
por el viento. Cuando éste es débil, la superficie del mar aparece rizada, con irregularidades
que aumentan de tamaño si persiste el aire en movimiento. Con vientos más fuertes se produce
la marejada, y en los grandes temporales, las olas arboladas, cuyas crestas se rompen, dando
lugar a la formación de espuma.
Se ha reconocido que las ondas y las grandes olas de alta mar no arrastran en general agua,
sino que es la ondulación lo que se transmite. Un objeto flotante se va levantando
gradualmente al llegar dicha ondulación y desciende cuando ésta se aleja, limitándose a hacer
un movimiento de ascenso y descenso sin traslación horizontal, siempre que el viento no lo
obligue a desplazarse. Las olas de ondulación se convierten en olas de traslación cuando se
aproximan a las costas o cuando se rompen; entonces arrastran con violencia los objetos
flotantes y los acercan al litoral.
También se ha reconocido que las olas de ondulación tienen un movimiento orbital, consistente
en que cada punto de la ola tiende a describir una circunferencia volviendo al lugar de partida.
Esto ocurre en la superficie, pero a profundidad tales circunferencias se transforman en elipses
y finalmente en líneas rectas, limitándose las partículas a oscilar de un lado para otro.
Una ondulación completa está formada por una saliente y una entrante. Cuando las partículas
de la entrante han realizado un movimiento orbital en sentido descendente respecto al nivel de
equilibrio, correspondiente al caso de que no hubiera oleaje, las de la saliente han sobrepasado
dicho nivel, describiendo arcos más largos, hasta completar finalmente una circunferencia
entera.
Las interferencias de las olas que marchan en distintas direcciones y el encuentro con olas
reflejadas en una costa, por ejemplo, complican el movimiento ondulatorio, hasta el punto de
hacerse muy difícil su interpretación.
Se ha podido comprobar que las olas de los grandes temporales afectan el fondo hasta
profundidades límites de unos 200 m., pero prácticamente la acción del oleaje deja de hacerse
sentir a una profundidad algo mayor que la longitud de la ola (ésta se mide desde una cresta
hasta la siguiente). Las mayores longitudes observadas hasta ahora durante las tormentas
pasan de 200 m. alcanzando en casos excepcionales más de 300 m. La separación de las crestas
aumenta cuando crece la amplitud de los mares donde las olas se producen; en cuanto a la
violencia del oleaje, no depende solamente de la intensidad del viento sino también de su
duración.
En lo que respecta a la altura de las olas, parece que el máximo corresponde a las que se
forman en los mares australes, donde alcanzan excepcionalmente alturas de 20 m. (medidas
desde la cresta hasta la porción más baja de la entrante); las mayores alturas registradas en el
Mediterráneo no pasan de 6 m.