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GEOGRAFIA FISICA - Estructura del globo terrestre
LA CAPA PLASTICA
Nuevas dificultades obligaron a revisar bastante el concepto de la rigidez de la Tierra.
Acostumbrados a los hechos que ocurren en la superficie, tenemos una natural tendencia para
interpretar a la luz de ellos lo que sucede en el interior del globo. Pensemos, sin embargo, que
el aumento gradual de la temperatura y de la presión han de crear a grandes profundidades
condiciones físicas muy distintas que las que reinan en la superficie. Repitiendo la observación
de Wegener, basada en experiencias de laboratorio, debemos hacer notar que el acero, que se
muestra tan rígido para pequeñas presiones, se hace plástico cuando es sometido a
compresiones considerables. Hasta es posible imaginar una columna de acero tan alta que por
su propio peso sea capaz de deformar su base de sustentación; esta deformación sería aun
mayor si la base estuviera sometida a temperaturas elevadas, como acontece con los materiales
terrestres situados a gran profundidad.
La suposición de una capa plástica (deformable como el lacre, cuando es sometido a una
presión de larga duración) es necesaria para explicar muchos hechos, entre los que figuran en
primer lugar los grandes movimientos de balanceo de las masas continentales, realizados con
suma lentitud a través de los milenios y que pueden demostrarse en forma indirecta en la
mayoría de los casos. Tales movimientos epirogénicos hacen que capas de fósiles (restos de
animales, o en ciertos casos de plantas) formadas al nivel del mar, lleguen a situarse a muchos
metros de altura sobre dicho nivel. Puede observarse este fenómeno en las riberas del Río de la
Plata (sobre todo del lado uruguayo), en el litoral chileno, y en otras partes del mundo,
notándose en algunos casos un movimiento en sentido contrario o descendente. Estos
balanceos de gran amplitud, llamados movimientos epirogénicos, son relativamente familiares
a los geólogos, quienes a menudo encuentran en plena tierra firme restos de animales que
vivieron con toda seguridad en otras épocas en aguas de mares hoy desaparecidos. La causa
principal de estas oscilaciones parece residir en los desequilibrios que sufren las masas
continentales debido a un incremento de peso en las zonas donde domina el depósito o
sedimentación de los materiales acarreados por el viento, los ríos y otros agentes naturales de
transporte, o a una disminución de peso en las porciones donde la obra de desgaste o de
erosión llevada a cabo por el agua y demás factores atmosféricos borra los rasgos del relieve,
haciendo desaparecer a través de los siglos ingentes masas montañosas, que se reducen a arena
y limo, los cuales son arrastrados hasta las zonas tranquilas donde se realiza su depósito
(fondo de los mares, plataforma continental, llanuras, etc.). Se cree también que tales
movimientos pueden ser causados asimismo por el avance de los hielos polares, hecho que ha
ocurrido, por ejemplo, a principios de la era Cuaternaria, o por la acumulación de gran
cantidad de materiales volcánicos, que en el caso de la cuenca del río Paraná y Uruguay cubren
unos 800.000 kms. cuadrados.
Algunos movimientos epirogénicos han sido lo suficientemente rápidos como para ser
advertidos en tiempos históricos; por ejemplo, en la región española de Cádiz y en Suecia hay
calles y construcciones humanas sumergidas, y una roca cuya posición fijó Linneo en 1749 se
halla hoy por debajo del nivel del mar Báltico.