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FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XX
NEOPOSITIVISMO, EMPIRIOCRITICISMO Y
FILOSOFIA DE LA INMANENCIA:
LAAS,
MACH, AVENARIUS, SCHUPPE
La influencia de Kant se deja sentir muy pronto en las corrientes positivistas,
sobre todo en
Alemania. Cada vez más, los positivistas acogen en su doctrina ideas kantianas, dando lugar a
un neopositivismo. ERNESTO LAAS (1837-1885), en su obra Idealismo y positivismo inicia este
movimiento. EUGENIO DÜHRING (18331921) lo prosigue (obra fundamental: Filosofía de la
Realidad).
Mucha más influencia kantiana se advierte en el empiriocriticismo de RICARDO AVENARIUS.
Para este pensador la filosofía trata de comprender lo dado, en una concepción del mundo libre
de contradicciones. Todo contenido del juicio de un hombre (el llamado valor E) depende de
manera inmediata de su sistema nervioso central (C), de manera mediata, de los elementos del
medio o excitantes (R), a lo que se añaden además los efectos de los procesos de cambio de
materia (S). Las oscilaciones o afirmaciones del sistema (C) determinan toda la vida del
individuo y por consiguiente todos los valores del conocimiento, del sentimiento, etc. Puesto
que la experiencia propia y ajena tienen la misma importancia, consiste la misión de la crítica de
la experiencia pura en obtener la experiencia "pura" mediante la exclusión en la experiencia
vulgar, de los elementos individuales que no se pueden mantener lógicamente.
La radical explicación filosófica se halla en un principio teleológico. En su libro La Filosofía
como pensamiento del mundo según el principio del mínimo esfuerzo (Prolegómenos a una
Crítica de la Experiencia Pura, Leipzig, 1876), aboga por el principio teleológico de adaptación
como fundamento de toda la lógica. Según él, las leyes lógicas tienen una finalidad: adaptarse a
las exigencias de la vida del modo más adecuado, o, lo que es lo mismo, del modo más
económico, esto es, ahorrando la mayor suma de energía o fuerza. "La modificación que el alma
hace sufrir a sus representaciones, al sobrevenir nuestras impresiones, es la menor posible". Pero
inmediatamente después dice: "Mas como el alma está sometida a las condiciones de la
existencia orgánica y a los imperativos finalistas de ésta, el principio aducido se convierte en un
principio de evolución; el alma no emplea en una apercepción más fuerza que la necesaria y,
entre varias apercepciones posibles, da la preferencia a aquella que lleva a cabo la misma obra
con menor gasto de fuerzas; en circunstancias favorables el alma prefiere un esfuerzo temporal
mayor, que promete como efecto ventajas mayores o más duraderas, a un gasto de fuerzas
momentáneamente menor, pero al que vaya unido un efecto de menor magnitud o duración."
La oposición a la metafísica, carácter común de todos estos pensadores, se subraya más
agudamente en "la filosofía de
la inmanencia" de GUILLERMO SCHUPPE (1836-1913). En su
Lógica Crítica, asienta el principio de que la experiencia entera es un hecho inseparable,
inmanente a la conciencia humana. "Toda experiencia es experiencia de la conciencia". No existe
cosa alguna sin el pensar, ninguna experiencia sin la conciencia que experimenta. Ser real es ser
consciente, objeto es igual a representación. El sujeto o el Yo no es más que la unidad de los
objetos o de los contenidos de la experiencia que coinciden en el Yo o Punto sujeto. También en
la ética considera como valor supremo la claridad de la conciencia de la que se han de derivar
los valores morales.
En más estrecho contacto con la ciencia, ERNESTO MACH (1838-1916) formula el concepto de lo
positivo y el valor de la ciencia. "No hay, dice con ejemplar modestia, una filosofía de Mach,
sino todo lo más una metodología científica..." El punto de partida y la meta de todo saber
científico es el hecho de conciencia... Los pensamientos que siguen inmediatamente al hecho
sensible son los más familiares, los más pronunciados y los más intuitivos. Cuando no se puede
seguir un nuevo hecho, inmediatamente, los pensamientos más poderosos y familiares se
agolpan para configurar aquél de una manera más rica y determinada. En esto se basa toda'
hipótesis y especulación científico-natural, cuya justificación está en la adecuación conceptual
que exige y trae consigo. Así, concebimos los planetas como cuerpos lanzados al espacio, la
electricidad como un fluido que obra a distancia, el calor como algo que pasa de unos cuerpos a
otros; hasta que, por fin, los nuevos hechos se hacen para nosotros tan familiares e intuitivos
como los antiguos que hemos empleado como elementos auxiliares. Pero aun allí donde no se
puede hablar de intuición inmediata, los conceptos del físico se forman bajo la mejor aplicación
posible del principio de continuidad y de diferenciación suficiente, formando un sistema
económicamente ordenado de reacciones conceptuales que al menos conducen a la intuición por
el camino más corto. Todos los cálculos, construcciones, etc., no son más que medios auxiliares
de alcanzar esta intuición de una manera progresiva y apoyándose en la percepción sensible,
cuando no es posible alcanzarla inmediatamente.
Consideremos ahora los resultados de la adaptación conceptual. Los conceptos sólo pueden
adaptarse a lo estable de los hechos, y sólo el registro de estos elementos estables puede
producirnos un provecho económico. En esto estriba la razón última, la tendencia a la
continuidad de los pensamientos, esto es, a la obtención de la mayor estabilidad posible, y de
este modo se hacen también comprensibles los resultados de la adaptación. Continuidad,
economía y estabilidad se condicionan recíprocamente; en realidad, sólo son lados diferentes de
una y la misma calidad del pensamiento sano.
Afín a este positivismo crítico y superando el punto de vista censualista que aún ostenta la
doctrina, hay que mencionar a un grupo de pensadores que forman el "Círculo de Viena" y cuyo
fundador es MORITZ scimcx (1882-1926). Citemos su obra principal, Teoría general del
Conocimiento.
También puede ser consignado en este lugar el francés HENRI POINCARE (Obras: El valor de
la Ciencia; Ciencia e Hipótesis; Ciencia y Método).