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FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XX
LA FILOSOFIA DE LA EXISTENCIA
El existencialismo es, entre las doctrinas filosóficas de nuestro tiempo, la que goza de mayor y
más sugestiva atracción. Por dondequiera se habla y se escribe alrededor de ella. Los círculos
profesionales y no profesionales están impregnados de existencialismo: todos preguntan, todos
enjuician, todos discuten, todos se inquietan por la filosofía de la existencia.
Como toda significativa corriente filosófica, el existencialismo tiene críticos de toda especie. Los
hay severos pero comprensivos, y los hay gratuitos y superficiales. Entre estos últimos se
encuentran un grupo de impugnadores que enderezan a la doctrina del existencialismo los más
agrios e injustificados improperios. No le conceden siquiera el rango de filosofía. La llaman
desdeñosamente "cocaína filosófica" y "náusea de impotencia", y no faltan quienes ven en ella
un peligro social y político. A muchos causa grima que el existencialismo hable de
remordimiento y pecado de vida y muerte, de existencia banal y existencia auténtica, de dolor y
angustia, de peligro y riesgo, de confianza y desesperación... No advierten quienes así proceden,
que bajo estos vocablos la filosofía existencial se empeña en esclarecer y elucidar fundamentales
temas filosóficos, como son los de la esencia de la vida humana, de la personalidad del hombre,
de los "avatares" y valor de la existencia, del sentido de la muerte.
Ciertamente, los filósofos existencialistas pretenden dar un nuevo y radical planteamiento y una
adecuada y original solución a dichos problemas. Hay más: sus pretensiones no sólo ostentan
un carácter teorético: también se ofrecen con un propósito práctico: aspiran no únicamente a
enmendar la plana de la filosofía precedente, sino también a suministrar pautas de vida, normas
conforme a las cuales ha de vivir el hombre para realizar una auténtica y superior existencia.
Los filósofos existencialistas, empero, difieren entre sí. Hay un existencialismo germano
(Heidegger, Jaspers, Pieper...) que enlaza con el teólogo protestante Soeren Kierkegaard. Al lado
de él, se desenvuelve en forma original el existencialismo francés (Wahl, Jankelévitsch, Marcel,
Le Senne, Lavelle, y, sobre todo, Sartre). El existencialismo ruso se vincula a Dostoievsky y tiene
como representantes a Berdiaeff y Chestov. También hay un existencialismo italiano
(Abbagnano. Pareyson, Castelli), y de cierto, un existencialismo español, en el que figuran
Unamuno y de manera relevante Ortega y Gasset.
Con todo, hay un fondo común en todas estas direcciones, que constituye, por así decirlo, lo
peculiar y característico del existencialismo.