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FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XX
LA FILOSOFIA DE LA EXISTENCIA
CUIDADO, RESIGNACION, MUERTE. - Gracias al tiempo, el hombre puede preocuparse de él
mismo. En éste su cuidado existencial reconoce su radical finitud, sus insuperables limitaciones.
Aceptarlas y resignarse a ellas es un signo claro de humana superioridad. La resignación es la
preocupación consciente de la peculiar naturaleza fragmentaria o limitada del hombre. En ella
arraiga la conciencia moral y, por ende, el problema de la ética. En la existencia auténtica reside
el criterio del bien y los caminos de la salvación personal.
Una clara conciencia de las propias posibilidades humanas lleva, a la postre, a descubrir que
todas las limitaciones de la existencia dependen de un hecho extremo e ineluctable: la muerte.
La muerte es un hecho del que no quiere ocuparse la existencia trivial e in-auténtica. Cuando
ésta no puede soslayar tal acontecimiento inevitable, lo considera como un accidente
infortunado, a manera de una peripecia eventual y desgraciada.
Mas la muerte es una posibilidad intrínseca y determinante de la existencia humana. La vida
humana es un continuo proyectarse hacia el futuro, una perenne tendencia a realizar un plan de
propósitos y designios. Por donde, siendo la muerte el hecho más cierto de cuantos pueden
ocurrir al hombre, éste se ve constreñido a considerar su existencia tomando en cuenta aquel
hecho ineluctable, determinando en cierto modo su querer y obrar, atento al forzoso e ineludible
tránsito de nuestra existencia. La vida es incierta y azarosa; la muerte es cierta y necesaria.
También el animal muere, pero a diferencia del hombre, ignora que ha de morir. El hombre, en
cambio, sabe a punto cierto que tendrá que morir: llega a tener la experiencia de la muerte ora
por la vivencia del envejecimiento de su propio ser, ora por la observación de la muerte ajena.
La experiencia de la muerte es la convicción íntima y emotiva de "tener que morir"; una
experiencia angustiosa que conmueve la carne sin oscurecer la mente. El hombre lleva la muerte
al costado, sabe que le va pisando su sombra; la muerte, en otras palabras, está presente en la
vida.
La experiencia de la muerte es el sentimiento angustioso de la radical contingencia y limitación
humanas, y el trágico y final descubrimiento de que: "el hombre está arrojado en el mundo para
morir. La existencia es, en verdad, una vida mortal que, desde que existe y mientras existe, vive
muriendo. La conciencia de la muerte es la expresión cabal de la finitud humana".
En la existencia auténtica el hombre descubre el sentido de la muerte, pero éste no trae como
consecuencia vivir en la inacción. La experiencia de la muerte ha de afirmarnos en las más altas
tareas humanas. Contemplar la vida sub specie mortis significa descubrir el verdadero ser y
sentido de lo humano para afincar en él su destino y exhibir la vanidad de la existencia trivial.