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FILOSOFIA - Filosofía Presocrática
HERACLITO
HERACLITO, posteriormente, en Efeso, continúa la obra de los milesios de un modo genial. Los
predecesores de Heráclito no se habían ocupado del fuego. Para él, entre el fuego, el aire, la
tierra y el agua, se efectúa un ciclo de transformaciones, porque la tierra se vuelve agua, el agua
nube, y después aire; el aire se inflama y vuelve a convertirse en fuego. Este es el filósofo de la
movilidad, ¡uno de los más grandes genios filosóficos de todos los tiempos! Platón, en el Cratilo,
enseña: "Heráclito dice en alguna parte que todo pasa, que nada permanece; y comparando las
cosas a un río que corre, asienta que nunca descenderéis dos veces en el mismo río". Por su parte,
Aristóteles, en su Etica a Nicómaco, enseña que, conforme a Heráclito, "la contradicción es el
principio esencial; de los contrarios nace la más hermosa armonía; todo nace por la lucha".
Esta transformación incesante lo lleva a identificar a Zeus con la lucha, con la guerra. El mundo
nace del fuego, y se destruye por el fuego, en ciertos períodos alternantes, por toda la eternidad.
¡Y ello se cumple conforme a una ley fatal!
La antropología heraclitana, es decir, el concepto que tuvo Heráclito del hombre, es también
muy interesante. Sexto Empírico afirma que Heráclito sostiene a su vez que, "mientras vivimos",
están nuestras almas encerradas en nosotros, y muertas; pero si morimos, retornan nuestras
almas a la vida". Por eso los inmortales son mortales y los mortales inmortales. Los seres viven
de la muerte y mueren de la vida.
La moral de Heráclito, conforme enseña Plutarco, se contiene en este principio: "Me he buscado
a mi mismo". A todos los hombres conviene conocerse y reflexionar, porque acaso no sería lo
mejor para nosotros obtener lo que apetecemos, todo lo que apetecemos. La enfermedad hace
agradable la salud, el hambre hace gustar del placer de saciarse y la fatiga nos hace amar el
reposo.
Como se ve, el gran Heráclito ofrece a la posteridad una extraordinaria concepción del universo.
Todo se opone entre sí, y de esta guerra, de esta lucha, surge la armonía universal. La
Antigüedad nos ha conservado la memoria de Heráclito, como la del filósofo de la
impermanencia, la del teórico de la oposición universal. Cuando estudiemos la filosofía de
Hegel, que también se fundamenta sobre la oposición universal, tal vez hallemos suficientes
razones en el hegelianismo para llamar a Heráclito el Hegel de los tiempos presocráticos.