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FILOSOFIA - La filosofía helenístico-romana
EL ESCEPTICISMO
La Stoa y el Epicureísmo ofrecen claras y positivas soluciones a los temas de que se ocupan;
tienen formada una opinión (dogma), por así decirlo, acerca de cada una de ellas. De estas
convicciones, rayanas en la seguridad y certeza, los escépticos formulan una crítica acre y
mordaz, a veces consecuente. Luchan contra estas escuelas que apellidan dogmáticas, pero como
ellas buscan, bien que por otra vía, la interna e independiente felicidad humana.
El escepticismo no constituye una escuela en el sentido sociológico del vocablo; se desenvuelve
con absoluta libertad e independencia de sus miembros. Aparece con PIRRON de Elis (365-275).
Después figura el xilógrafo TIMON (320-230).
Las noticias biográficas acerca de los escépticos posteriores son oscuras e inciertas. ENESIDEMO
DE CNOSSO enseñó en Alejandría, hacia el primer siglo a. de J. C. AGRIPA, tal vez dos siglos
después. El representante literario de la Skepsis es el médico SEXTO EMPIRICO (250-200 a. de J.
C.), célebre por dos importantes libros: Bosquejos pirrónicos y Contra los matemáticos.
El escepticismo (de skepsis, examen, duda) nace a manera de una actitud crítica ante los
diferentes sistemas filosóficos y culmina en una actitud dubitativa respecto a la posibilidad del
conocimiento de las cosas y del valor de la vida. Frente a dos afirmaciones directamente
opuestas sobre un mismo tema, por ejemplo el de la existencia de Dios, dice Pirrón, una no es
más verdadera que la otra. Las razones en pro y en contra sobre los problemas de los que
suponen tener soluciones tan seguras los filósofos dogmáticos, se equilibran y, por lo tanto, hay
que dudar tanto de la afirmación como de la negación. El ideal del sabio reside aquí en
abstenerse de juzgar, en suspender su juicio (epojée), pues sólo entonces puede éste lograr la
imperturbable tranquilidad del alma y la felicidad perfecta.
El médico Timón en un poema satírico resume en dos puntos el pirronismo: 19, no es posible
tener un conocimiento objetivo de las cosas: sabemos lo que nos parecen, no lo que sean
independientemente de nosotros. (Protágoras) "Concedo, dice, que la miel parezca ser dulce;
mas no acepto que lo sea en sí". 29, para llegar a la felicidad es preciso renunciar a las
especulaciones estériles de los filósofos dogmáticos; no hablar de ellas (aphasia). Sólo en el caso
de lo inevitable, hay que obrar.
El escepticismo invade muy pronto la Academia media y tercera (escepticismo académico), y
toma una forma mitigada, como quiera que aún conserva importantes ideas de la filosofía de
Platón. ARCESILAO niega la certeza en el dominio de la metafísica, pero la admite en el orden
moral. Sócrates había dicho: "Sólo sé una cosa: que no sé nada". Arcesilao añade: "Y aun esto no
lo sé a ciencia cierta". CARNEADES, por su parte, rechaza la certeza de los conocimientos
obtenidos por inferencias deductivas (silogismos), ya que la conclusión vale tanto como las
premisas, las cuales a su vez, suponen la validez de otras premisas, y así en un retroceso infinito.
Con todo, es el primero en establecer la teoría del probabilismo, según la cual sólo es posible
conocer las cosas de un modo probable, no cierto y seguro.
Enesidemo, Agripa y Sexto Empírico representan el llamado "escepticismo moderno", que toma
y sintetiza los aspectos más sobresalientes de las doctrinas anteriores. Enesidemo funda en diez
puntos (tropo:) la concepción escéptica: las percepciones no sólo varían de unas especies
animales a otras (I), no sólo de unos hombres a otros (II), ya por sus hábitos (IX), ya por el
desarrollo total de su vida (X); también cambian en el mismo individuo durante las diversas
épocas (III), por la independencia de los estados corporales (IV) y de la cambiante situación en
que puede encontrarse el hombre respecto de las cosas (V); asimismo cambian, debido a los
heterogéneos estados del objeto (VII). Tampoco pueden abrigar las percepciones el derecho de
ser una reproducción inmediata de las cosas, ya que su origen está determinado por
circunstancias pasajeras, en medios, como el aire, cuyo influjo no podemos eliminar (VI). Por
ningún recurso puede el hombre conocer (VIII), según esto, las cosas en toda su pureza; no
dispone de ningún medio para distinguir lo verdadero de lo falso frente a esta muchedumbre de
impresiones plenas de contradicción. Una percepción no vale más que otra.
Agripa formula la doctrina escéptica en cinco tropos. Hace ver la relatividad de las percepciones
(III) y de los pareceres (I), muestra cómo toda prueba conduce al infinito (II) y cómo es
injustificado partir, al aprobar, de premisas tomadas en sentido hipotético (IV); en fin, hace ver
cómo las más de las veces en la propia ciencia es preciso admitir como fundamento de las
premisas lo que puntualmente debe ser probado (V) (dialelo). Respecto de esto último, también
recuerda que en la derivación silogística de un juicio general a uno particular, aquél se
justificaría bajo la condición inicial de que éste fuese verdadero.
En fin, Sexto, a quien se le dio el mote de empírico por sus investigaciones, reunió los mejores
argumentos en favor del escepticismo y en contra de las filosofías dogmáticas, e impugnó en
particular, y con profundidad dialéctica, el concepto de causa y la existencia de Dios. Fundó en
Alejandría la célebre escuela de los "médicos empíricos", la cual enseñaba que el estudio de las
enfermedades debía ser hecho por medio de la experiencia y la observación y no por supuestas
razones metafísicas.
Con Sexto empírico el escepticismo toma carácter metódico. Acepta la posibilidad de una
investigación empírica al propio tiempo que exige el someter a una crítica severa el
conocimiento humano. Al proceder así frente a la convicción dogmática (es decir, no crítica) que
cree poseer el conocimiento definitivo de las cosas, mantiene despierta la voluntad para renovar
el examen y rectificar lo aprendido, salvando así a la ciencia de un estancamiento y paralización.