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FILOSOFIA - La filosofía escolástica
ROGER BACON, DUNS ESCOTO Y RAIMUNDO LULIO
La filosofía alberto-tomista provocó muy pronto, por las innovaciones que traía consigo, una
recia oposición, primero, en forma violenta como lo hizo GUILLERMO DE LA MARE en el libro
Correptorium Fratris Thomae, y el dominico ROBERTO KIWARDBY; después, en forma crítica
y constructiva.
El hogar de la oposición tomista fué Oxford y la Orden que más contribuyó en esta obra fué la
de franciscanos. En ella sobresalen Roger Bacon, Duns Escoto y Guillermo de Occam.
ROGER BACON fué un espíritu inquieto y promotor. Nació en 1214, en Ilchester; estudió en
Oxford y París; a menudo fué perseguido a causa de sus opiniones y de sus obras en torno a la
ciencia de la naturaleza. Sólo temporalmente estuvo protegido por el papa Clemente IV. Murió
hacia el año de 1293.
El rendimiento más apreciable de Roger Bacon reside en la crítica que enderezó al método
escolástico autoritario y racionalista y a la exaltación que hizo, ya en esta época, del método
experimental. El mismo fué un apasionado cultivador de las ciencias naturales.
La filosofía tomista tiene también en este siglo la pertinaz oposición del averroísmo. Esta
corriente filosófica afirma la unidad del intelecto en todos los hombres (con la consiguiente
negación de la inmortalidad personal), la eternidad del mundo, la negación del libre albedrío, y
la teoría de las dos verdades, según la cual, como ya se ha dicho, una misma doctrina podría ser
verdadera en filosofía y falsa en teología.
El mayor representante del averroísmo latino en el siglo mi' fllé SIGER DE BRABANTE, a quien
Santo Tomás combatió de manera incansable en la Universidad de París.
Pero el filósofo que realiza una concienzuda revisión y crítica de la doctrina tomista, al propio
tiempo que formula nuevas y fecundas ideas es JUAN DUNS ES-caro, cuyo espíritu agudo y
penetrante le valió el nombre de Doctor subtilis. No se conoce de modo cierto el lugar de su
nacimiento; probablemente nació hacia 1270. Primero fué discípulo y maestro en Oxford; más
tarde se trasladó a París (1304) donde adquirió gran renombre; al fin, se radicó en Colonia,
donde murió (demasiado joven) poco después de su llegada. En las ediciones de sus obras (12
vols., Lyon, 1639), arregladas por su Orden aparece, junto a sus propios escritos, mucho apócrifo
y adulterado, particularmente también amputamientos de sus disertaciones y conferencias. A
estas últimas pertenecen el llamado Opus Parisiense que constituye un comentario a las
sentencias de Pedro Lombardo. Semejante origen tienen las Quaestiones quodlibetales. Una
obra propia es el Opus oxoniense, el primitivo comentario a las obras de Aristóteles y algunos
tratados propios.
Santo Tomás había establecido cierto equilibrio entre la razón y la fe, echando mano de la
teología racional. En Duns Escoto se apartan cada vez más teología y filosofía. Las cuestiones del
origen del mundo y de la inmortalidad del alma no pueden, como enseña el tomismo, resolverse
por la razón; pertenecen, por entero, al conjunto de los misterios teológicos.
En relación con el problema de si entre las facultades del alma, al intelecto o a la voluntad
conviene la más alta dignidad (utra potentia nobilior), se pronuncia Escoto en favor del
voluntarismo, en contra de Santo Tomás.
También se aparta del tomismo en los conceptos de materia, forma e individualidad. Distingue
tres clases de materia: la materia primo prima, indeterminada, pero con una cierta realidad,
como algo creado; la materia secundo prima, que posee los atributos de la cantidad y supone ya
la información por una forma corporal, y, por último, la materia tertio prima, que es materia
para las modificaciones de los entes que ya son corporales. Por otra parte, admite que las formas
son varias.
Una actitud diametralmente opuesta a Duns Escoto toma RAIMUNDO LULIO (12351315),
nacido en Mallorca y, como aquél, franciscano. Para Lulio es posible probar por la razón todas
las verdades de la fe. En su monumental obra Ars Magna. una especie de ciencia universal,
intenta esta idea. Lulio quiere derivar, por combinación de ciertos conceptos universales, y
siguiendo un procedimiento silogístico-matemático, las más altas verdades en materia de
religión.
La Ars Magna tuvo muchos partidarios en su época. Junto al suarismo, representó el lulismo en
España una de las grandes corrientes filosóficas.