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ECONOMIA POLITICA - La moneda
EL MECANISMO QUE NOS PERMITE TENER HOY LO QUE PAGAREMOS MAÑANA
En el trueque, o en la compraventa, que lo fue al introducirse la moneda en los cambios,
para obtener una cosa debíamos dar otra en recompensa; en el trueque, era otro bien; en la
compraventa, dinero.
Cuando obtenemos una cosa sin entregar nada en cambio, pero bajo promesa de devolverla
al vencimiento de cierto plazo, existe el crédito. Lo mismo puede darse a crédito
mercancías que dinero. Pero en ambos, el prestamista recibe un interés en compensación
por la privación que sufre de sus bienes durante el tiempo que quedan en poder del
prestatario.
El crédito permite que se realicen una serie de operaciones sin que sea necesaria la
intervención de la moneda, la cual aparece a veces únicamente para cancelar saldos. Los
instrumentos representativos del crédito —pagarés, letras de cambio, etc.— circulan como
si fuesen moneda, pasando sucesivamente de deudores a acreedores cancelando sus
respectivas obligaciones, y terminan en algunos casos con la entrega de moneda por la
diferencia, cuando los débitos y créditos no son sumas iguales.
Si A recibe de B un documento de crédito de mil pesos en pago de sus servicios, puede
cancelar la deuda que tiene con C entregándole dicho documento; a su vez C, que es
deudor de B, le entrega a éste el documento recibido de A. Si las tres deudas fueran
exactamente de mil pesos cada una, no habría sido necesaria la intervención de la moneda;
si fueran cantidades distintas, sólo hubiera sido empleada para cubrir las diferencias.
El crédito liga, por intermedio de múltiples conexiones, a todas las personas que
intervienen en las transacciones comerciales: fabricante, importador, mayorista, minorista y
consumidor. Puede suceder que los consumidores de una tienda que opera a crédito en
gran escala, no cumplan con sus compromisos al vencimiento de los mismos. Esta se verá
en serias dificultades para atender los vencimientos que a su vez tenga con los mayoristas;
y si a varios clientes del mayorista les ocurriera lo mismo que a la tienda, este último se
encontrará en la misma situación angustiosa con respecto al fabricante. La insolvencia
continuada de los consumidores afecta, en general, a todos los que intervienen en el
proceso. Si las dificultades financieras fueran pasajeras, una política de crédito liberal por
parte de los bancos solucionaría fácilmente la cuestión.
Fácilmente se echa de ver que dependiendo en tal forma la situación económica en general
de la estructura del crédito, éste debe estar basado en un sistema que aparte de otorgarle
suficiente solidez posea la elasticidad necesaria para adaptarse a las necesidades de los
negociantes; es conveniente que el crédito pueda restringirse cuando su utilización empuja
a inversiones innecesarias e improductivas, y que pueda otorgarse en forma amplia y
liberal cuando dificultades financieras pasajeras pongan en peligro la existencia de
industrias o empresas comerciales. El problema es complicado, pero se da comúnmente el
caso que cuando más hace falta el crédito es cuando menos se consigue. Así, alguien ha
podido comentar jocosamente que el banquero es un señor que nos presta el paraguas
cuando sale el sol, y nos lo pide cuando está lloviendo.
En el comercio internacional se opera a crédito en la misma forma que en el comercio
interno de un país. Su instrumento es la letra de cambio.