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ECONOMIA POLITICA - La distribución
POR QUE VARIAN LOS SALARIOS
La manera más sencilla de examinar el problema es empezar con la explicación más
antigua de todas, según la cual, a la larga, los salarios serían iguales en todas las
ocupaciones a condición de ser éstas igualmente agradables. Las ocupaciones menos
agradables estarían mejor pagadas que las más agradables; de manera que la ventaja neta
sería igual en todas ellas. Este estado de cosas se produciría de una manera automática,
porque al escoger su oficio, toda persona entraría en aquel en que fuesen mayores las
ventajas netas (los salarios, y las condiciones de trabajo tomadas en su conjunto); llegaría a
ser escaso el trabajo en los oficios menos ventajosos, mientras que en los más ventajosos se
haría más y más abundante; por consiguiente los salarios subirían en los primeros y
bajarían en los últimos, hasta que todos fueran iguales.
Se explicarían las variaciones de la tarifa de salarios nominales entre diferentes oficios y
lugares, por variaciones en sentido opuesto de las condiciones generales. Este es, como si
dijéramos, el estado ideal de los salarios. Pero no parece a la realidad ni por asomo.
Los salarios no son iguales en las diferentes ocupaciones y lugares; y las ocupaciones
menos agradables están lejos de ser las mejor pagadas: por lo general, salarios bajos y
malas condiciones de trabajo van juntos. El minero que trabaja en un túnel estrecho a
trescientos metros bajo tierra, el barrendero, que trabaja en una atmósfera de
podredumbre, el campesino, que hace un trabajo duro y sucio durante los siete días de la
semana en todo tiempo, están mucho peor pagados que el albañil, el fontanero o el
carpintero, que hacen un trabajo relativamente confortable, por no hablar de los
trabajadores intelectuales, médicos, abogados, directores de empresas y otros parecidos.
Además, los salarios difieren de un lugar a otro del país, aun dentro del mismo oficio.
No nos lleva muy lejos dar la respuesta obvia de que el trabajo de un hombre vale más que
el de otro. Lo que tratamos de averiguar es por qué el trabajo de uno vale más que el de
otro. No es un problema de dotes y habilidades personales generales.
Un labrador capaz de arar un surco recto, cuidar del ganado, cavar una zanja y podar un
seto, tiene un volumen de conocimientos y una destreza general mucho mayores que un
trabajador de una gran fábrica de automóviles. Sin embargo, quizá no gane más de la
mitad de este último; y el pescador, que ha de tener toda la ciencia del tiempo y la
navegación en la punta de los dedos, apenas se encuentra en mejor situación. Dentro de un
oficio, las diferencias de habilidad personal tendrán como resultado que una persona
llegue más lejos que otra; pero no se explican de la misma manera las grandes diferencias
que existen entre distintos oficios.
Para hallar una respuesta adecuada, pues, debemos recordar el concepto de utilidad
marginal. El empresario dará ocupación a cierto número de obreros, hasta que llegue al
obrero marginal y no empleará a más; el obrero marginal es aquel cuya productividad es
igual al salario pagado. El salario dependerá, pues, de la productividad marginal. A su vez,
dicha productividad dependerá, además de la habilidad general del trabajador, del precio
que alcanzará el producto y la naturaleza del equipo. Ello explica hasta cierto punto por
qué son mayores los salarios pagados en la industria automovilística que en la agricultura
o en la pesca.
El patrono paga salarios porque espera obtener una utilidad del trabajo que así remunera;
si no hay esta expectativa de utilidad, tampoco existe el aliciente para pagar salarios. Por
consiguiente, los salarios no pueden en ninguna industria subir muy por encima del nivel
de productividad marginal sin traer como consecuencia la desocupación.