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DIETETICA Y ALIMENTACION - Factores que regulan la alimentación
LA SOBREALIMENTACION
La parquedad en el ejercicio muscular y la excesiva ingestión de calorías constituyen los dos
factores decisivos de la obesidad en la mayoría de los casos. No es necesario que el volumen
ingerido sea muy grande; hay alimentos que en un volumen pequeño encierran más calorías
que otros en volúmenes considerables. Para igualar la cantidad de calorías contenidas en
una cucharada de aceite se requieren unos siete kilos de lechuga. Es frecuente que el obeso
tienda a elegir los alimentos de gran valor calórico. A muchos pacientes que se quejan de
engordar a pesar de comer poco, al preguntarles por sus costumbres alimenticias es
frecuente oírles contestar: "Eso sí, doctor; me paso el día comiendo pan". Sin embargo, ese
obeso, y otros con vicios de alimentación semejantes, afirman de buena fe que apenas
comen.
Lo cierto es que si a estos obesos, injustamente según ellos, se les pone un
régimen de
alimentación fijo --y ellos lo cumplen—, se los ve bajar de peso, muchas veces ante el
asombro de los mismos interesados.
Para ilustrar hasta qué punto la sobrealimentación inconsciente y el ahorro de trabajo
muscular pueden ir condicionando una obesidad con el correr del tiempo, basta con
recordar que un ahorro diario de unas 100 calorías —unos 11 gramos de aceite o manteca—,
representa unos cinco kilos de peso por año; 25 kilos en 5 años.
Sí; por mucho trabajo que cueste, es necesario convencerse de que el engorde y el
adelgazamiento son el resultado, la mayoría de las veces, de pequeños descuidos reiterados
en la mesa, de pequeñas omisiones en el ejercicio diario. Y que la curación de la obesidad
consiste no sólo en la reducción del peso, sino en la reeducación del apetito y de la actitud
psicológica para realizar el esfuerzo muscular que el trajín diario exige. Por muy extraño que
parezca, esta reeducación y la transformación psicológica necesaria se operan
frecuentemente por sí solas en el curso del tratamiento. La satisfacción estética y todas las
consecuencias que de ella derivan, sustituyen con ventaja, en la mayor parte de los casos, el
placer que los excesos de mesa proporcionaban al ex obeso. ¡Cuántas veces,
inconscientemente, se busca en la saciedad que la sobrealimentación proporciona, el
estímulo, el bienestar que no se alcanza en otros terrenos! No es excepcional que la gente
engorde después de desgracias, aflicciones y quebrantos, que más bien parecen motivo de
inapetencia y desnutrición. Pero así como hay quien bebe para encontrar en el bienestar de
la embriaguez un lenitivo a la congoja o al tedio, así hay quien, tratando de escapar a una
sensación angustiosa o sencillamente al aburrimiento de una vida vacía, come para olvidar.
Esta gula es, pues, una forma de "escape" ante el malestar que las contrariedades imponen;
escape inocente en apariencia, pero a veces tan perjudicial como el que más.