Textos    |    Libros Gratis    |    Recetas

 

.
DIBUJO DE FIGURA - Nociones acerca de la anatomía y proporciones del cuerpo humano
LA PRESENCIA DE CIERTOS HUESOS Y MUSCULOS
Destacamos algunos huesos que forman el esqueleto donde han de apoyarse los músculos
que a manera de revestimiento de ese maravilloso edificio humano determinan las formas
exteriores. Recordemos que los huesos, además de darnos el armazón, hacen las veces de
palancas, las cuales son movidas por los músculos que representan la potencia; estos
músculos son estriados o voluntarios y obedecen las órdenes emanadas del sistema nervioso
central. Los huesos, además, determinan las proporciones del cuerpo humano. Conociendo
los huesos y la posición que ocupan nos resultará más fácil construir y proporcionar las
formas de un desnudo. En la cabeza, por ejemplo, su estructura ósea nos dice del carácter
racial, pues sus pómulos, frente, maxilar, etc., son subcutáneos.
La caja torácica al mismo tiempo que protege a los órganos internos, sirve de apoyo a
numerosos músculos voluminosos, como pectorales, dorsales, oblicuos, etc., los cuales al
mismo tiempo sirven para darle movimiento a los brazos; esta caja torácica está sostenida por
la columna vertebral, que facilita todos los movimientos en razón de estar formada por
pequeñas piezas óseas llamadas vértebras; finalmente, éstas se fusionan y por detrás forman
parte de la pelvis, la cual es más ancha en la mujer que en el hombre; en cambio, la pelvis de
éste es más alta. Los huesos de la pelvis sirven para proteger a los órganos interiores y para
dar apoyo a músculos muy potentes, como los glúteos mayores, que están muy desarrollados
en el hombre, pues son los que le permiten al ser humano mantenerse en la posición vertical,
puesto que actúan sobre la pelvis formada por los ilíacos en las partes laterales y por detrás
por el sacro y coxis; los huesos de la pelvis reciben en su cavidad a la cabeza del fémur, único
hueso que sostiene la masa muscular del muslo; este hueso tiene una curvatura anterior que
por ser acentuada a la manera de un sable antiguo, le imprime al muslo la convexidad
anterior que posee. El fémur se hace visible por estar subcutáneo en el trocánter mayor,
donde tomamos las medidas para dividir el modelo en dos partes iguales, y también en la
rodilla, donde aparecen los pequeños relieves de sus cóndilos; la rodilla, además, ofrece otros
relieves con la presencia de la rótula, que se desliza por delante del fémur acompañando
siempre a la tibia en sus movimientos cuando la pierna flexiona por estar unida a ésta por
medio del ligamento rotuliano.
La pierna está sostenida por dos huesos: la tibia y el peroné; el primero de estos huesos está
colocado en la parte interna y tiene una característica que le es propia, pues debajo mismo de
la piel está su cara interna, cuya curva de concavidad interior modela a ésta en forma
inconfundible. El peroné es más delgado y termina más abajo al articularse con el pie; por
este motivo el movimiento del pie no puede hacerse tan ampliamente hacia afuera como lo
realiza hacia adentro; la tibia y el peroné, además de permitir la inserción de músculos que
mueven al pie, se articulan con los huesos de éste.
La presencia de los huesos en las articulaciones hace que en estos lugares la forma sea más
apretada y el modelado más duro, como ocurre en las rodillas, en los tobillos, en el codo y la
muñeca. De igual manera que en los miembros inferiores, que hemos dividido en cuatro
partes comenzando por la pelvis, el muslo, la pierna y el pie, dividiremos ahora a los
miembros superiores, cuyo esqueleto está formado por los huesos del hombro, del brazo,
antebrazo y mano.
El brazo pende articulándose con el omóplato; está formado por un solo hueso, el húmero, es
decir, que tiene homología con el muslo, cuya arquitectura interna la forma solamente el
fémur; el antebrazo guarda relación con la pierna, pues de igual manera que ésta tiene dos
huesos: el cúbito por dentro y el radio por fuera; la disposición de ambos huesos merece ser
estudiada especialmente, puesto que si la mano está con la palma al frente, los huesos del
antebrazo están paralelos entre sí; en cambio, su posición varía completamente si nos
proponemos hacer girar la mano: en este caso se produce un movimiento muy notable entre
los huesos del antebrazo: ocurre que el radio, manteniéndose unido al cúbito en su parte
superior, ha ido girando su cuerpo a medida que la mano da vuelta, de suerte que la
extremidad inferior del cúbito aparece por el lado de afuera cuando la mano gira
completamente.