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DIBUJO DE FIGURA - Estudio de fragmentos del cuerpo
MIEMBROS INFERIORES
Para determinar las medidas de la pierna procederemos de idéntica manera que con los
brazos, vale decir, que si tomamos el total del miembro inferior comprendiendo el muslo, la
pierna y el pie, contaremos como medida cuatro cabezas a contar desde el relieve que
presenta el trocánter mayor del fémur hasta la planta del pie; estas medidas luego podemos
subdividirlas del siguiente modo: dos medidas de cabeza desde el plano en que se apoya un
pie hasta la rodilla y otras dos medidas de cabeza a contar desde la rodilla hasta el trocánter
mayor del fémur.
Las figuras anteriores nos muestran el miembro inferior visto, lo mismo que el brazo, en sus
tres etapas de evolución; en la primera de las figuras citadas aparece el miembro inferior en
su etapa inicial del dibujo, esto es, que se presenta puramente en su aspecto geométrico,
luego se indican las masas principales de claroscuro, y finalmente en su tercera etapa se
presenta perfectamente terminado su claroscuro; aquí vemos bien definidos los planos de la
luz, de las medias tintas y de las sombras más intensas que modelan la forma.
En la primera de las figuras citadas vemos que el miembro inferior está encerrado en un
rectángulo vertical, luego se han trazado las líneas oblicuas que rodean en toda su extensión
al miembro inferior, de suerte que le forman una especie de caja; por el centro del miembro
inferior ha sido trazada también una línea oblicua que termina en el pie en forma de
triángulo, el cual ya nos da una idea de la arquitectura del pie. Una vez trazadas las líneas
oblicuas ya cita das nos ocuparemos de dibujar una serie de líneas horizontales que dividen
al muslo y lo mismo a la pierna en distintos lugares; una de estas medidas indica la
articulación de la rodilla, otras líneas además van señalando el mayor o el menor ancho del
muslo, según sea necesario para comprender el desarrollo de la forma en esa región.
La pierna ofrece las mismas características: vemos que en ella se han trazado líneas que
determinan el ancho máximo de la forma en la pantorrilla; asimismo se indica en ella el ancho
que tiene la misma en su articulación en el pie. Estas divisiones nos permiten trazar las líneas
curvas que exigen los relieves tanto del muslo como de la pierna. Recordemos que la
separación que media entre cada una de las líneas siempre la tomaremos basándonos en la
medida de la cabeza del mismo modelo; insistimos en que estas medidas deben tomarse
siempre usando como módulo la cabeza del mismo modelo, porque con ello entendemos
prestarle un gran servicio al estudiante, evitándole la investigación de numerosos cánones
usados desde la antigüedad; nos parece mucho más fácil tomar el módulo de la misma
cabeza del modelo, pues así irá dando el propio carácter de éste, ya que los cánones antiguos
siempre han servido más bien para determinar un tipo ideal de los que imperaban en cada
una de las épocas de la historia.
En la figura siguiente tenemos el muslo, la pierna y el pie con la indicación sintética de su
claroscuro; en esta segunda etapa han sido separadas netamente las masas de luz y las de
sombras más intensas, reservando para la tercera etapa el añadir las medias tintas y reforzar
un poco más las sombras más intensas de suerte que el modelado sea bien nítido. Téngase
presente además que el sombreado debe hacerse de manera que los relieves tengan su
expresión propia, cuidando de darle unidad a los planos por intermedio de las medias tintas;
si observamos estas reglas del sombreado evitaremos el aspecto desagradable que tienen las
formas humanas malamente representadas en ciertos cuadros o esculturas, donde el autor
redondea todo el modelado como si se tratase de cilindros; una pierna o un brazo, si tienen el
aspecto de un cilindro, resultan sumamente inexpresivos, cosa que denota en el autor del
dibujo una falta de comprensión de la forma, puesto que ella es de por sí expresiva y en
ningún caso nos da la sensación de redondez completa; en efecto, toda forma tiene siempre al
lado de un plano redondeado otro que puede ser recto o bien apenas curvo, estableciéndose
así el equilibrio perfecto entre las partes, con lo cual se enriquece enormemente la obra, ya
que cada trazo va resultando expresivo, confiriéndole al fin la misma cualidad el conjunto
total de la obra.