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DIBUJO DE FIGURA - Dibujo de un desnudo con modelo vivo
LOS PROBLEMAS DEL CLAROSCURO
Como puede advertirse fácilmente, el foco de luz artificial está colocado frente al modelo y a
una altura conveniente por sobre la cabeza misma.
Las tintas intensas nos indican que hay un foco de luz artificial, pues si el modelo estuviera
iluminado con la luz del día, el sombreado sería muy tenue. Ya hemos dicho que dentro de
una habitación la luz natural es siempre más suave que la artificial cuyas sombras son más
cortantes e intensas.
El modelo de la figura está muy bien comprendido. Estudiaremos las dos etapas de su
claroscuro. Comenzaremos por la distribución —en todo el conjunto— de las sombras más
intensas, tanto de las propias como de las que aparecen proyectadas.
Vemos que la composición está envuelta por sombras fuertes en las caras de los sólidos que
están opuestas a la luz; lo propio podríamos decir del modelo vivo. Detrás de éste y de los
sólidos aparece una sombra intensa proyectada sobre el muro. También hay una sombra
proyectada sobre ambos sólidos, la cual proviene de los muslos, las piernas y los pies.
La segunda etapa de un dibujo es siempre objeto de preocupación especial por parte del
dibujante.
Es el momento —como ya hemos dicho anteriormente— de ajustar lo mejor posible las
formas observando muy bien su carácter plástico y su verdad anatómica.
Recuérdese que durante los años de aprendizaje es necesario concretarse lo más posible a las
formas naturales del modelo, dejando para el futuro las interpretaciones personales de la
figura humana, no haciendo deformaciones impropias en un estudiante.
Acerca de las deformaciones que realizan algunos artistas en sus obras debemos aclarar que
esas licencias generalmente son el producto de una larga experiencia y nunca de la
ignorancia, como pretenden los profanos.
Pensemos que muchas veces el artista llega a esas libertades en cualquier manifestación del
arte, después de haber conquistado un dominio completo en su técnica a base de disciplina
intelectual constante.
Muchísimas veces el artista hace deformaciones en sus obras por razonas especiales propias
de las leyes de la composición. Recalquemos, pues: a ello se llega en la plena madurez de los
medios de expresión y resulta absurdo pretender realizar tales cosas antes de haber
aprendido a dibujar con propiedad la naturaleza. Esto equivaldría a querer colocar las
ventanas de una casa sin haber levantado las paredes con sus sólidos cimientos.
Queda, pues, bien aclarado que primero hemos de conquistar la técnica pura para realizar un
dibujo según el orden lógico de las formas, y luego, Dios dirá, puesto que el temperamento
artístico personal conducirá con la acción de los años hacia el mejor camino.