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DIBUJO DE FIGURA - Dibujo de un desnudo con modelo vivo
COMPOSICION DE UN MODELO DE DESNUDO CON CUERPOS GEOMETRICOS
Creemos muy conveniente la colocación de algún cuerpo geométrico cerca del modelo vivo.
Es sumamente útil para habituar al estudiante a trabajar considerando siempre las formas
invariables de los cuerpos geométricos y las infinitas variaciones de las distintas partes del
cuerpo humano.
Contribuyen también los prismas, cubos, etc., con su perspectiva, a dar la idea de la tercera
dimensión. Pero tienen una función más importante: ayudan a componer un conjunto.
Otro ejemplo de dibujo de un desnudo con modelo vivo
En la etapa inicial de este dibujo de un desnudo con modelo vivo presentamos la siguiente
figura.
En ella se han estudiado las leyes generales que rigen para la plantación de cualquier pose.
Cuando se hayan comprendido bien los principios establecidos sobre ese punto, estaremos en
condiciones óptimas para realizar innumerables trabajos con la seguridad de que la
plantación de las distintas poses será muy buena. Recordemos el poderoso auxilio que son
para este aspecto del dibujo las líneas auxiliares constructivas, que responden a las
necesidades de cada pose.
Acerca de la plantación de un desnudo hemos procurado ofrecer distintos aspectos en su
procedimiento. Por este motivo damos expresamente las indicaciones de cómo se procede
para plantar bien un dibujo del desnudo, valiéndonos para ello de una pose de la figura
humana de pie y de otra en que el modelo está sentado, como puede verse en la figura. 
Este trabajo, como asimismo algunos otros presentados aquí, han sido tomados del archivo
de trabajos prácticos de la Escuela precitada, con el objeto de estimular a los buenos
estudiantes y hacer conocer algunos nombres nuevos en las artes plásticas argentinas.
Este dibujo nos presenta una composición plástica interesante: los elementos que la integran
son dos prismas de madera superpuestos en forma escalonada. Dichos prismas sirven, el uno,
de mayor altura, como asiento, y el otro, colocado debajo de éste ofrece un apoyo para los
pies del modelo lo que permite variar la posición de los miembros inferiores.
Recordaremos que en la realización del dibujo anterior nos ha sido de suma utilidad el
auxilio de la geometría. Hemos trazado las líneas verticales, horizontales, oblicuas, etc., que
van indicando la verdadera dirección de todas las partes que componen el cuerpo humano.
Lo mismo haremos en el caso presente. Con esto quedará cumplida la primera etapa del
desarrollo de un dibujo; estas líneas, como ya hemos dicho, nos servirán de guía para dibujar
con propiedad cualquier pose.
En primer lugar, tenemos en la parte inferior de este conjunto el plano muy amplio ofrecido
por una gran tarima de madera sobre la que apoya su pie derecho el modelo. Esta gran
superficie horizontal se distingue de los dos planos verticales que forman ángulo y sirven de
fondo al conjunto, por medio de las líneas de aquél, que se distingue abajo a la izquierda,
inclinado, lo que nos da, por su perspectiva, la idea de su colocación a la vez que el efecto de
la tercera dimensión y la horizontal que corre paralela al borde del papel demostrando así
que el plano vertical está exactamente de frente al dibujante.
De la perfecta ubicación de estos tres planos depende en gran parte el buen resultado del
dibujo, pues nos son de gran utilidad para ubicar el modelo, máxime en este caso en que
estando sentado apoya la espalda sobre uno de ellos.
Antes de empezar a dibujar un modelo debemos observarlo atentamente durante largo rato.
No será tiempo perdido; al contrario. Nos compenetraremos así de sus principales
características, de modo que cuando empecemos a reproducirlo sobre el papel, ya estaremos
familiarizados con él, con un concepto de totalidad.
No sucede esto si, a medida que vamos dibujándolo, estudiamos pedacito por pedacito,
detalle por detalle.
Este estudio preliminar aplicado al modelo presente nos permitirá descubrir que el todo está
comprendido aproximadamente dentro de una figura geométrica: un rectángulo. Veamos
ahora qué proporciones tiene esa figura: si su base es mayor que su altura o viceversa. En
realidad, podemos comprobar que el ancho de la base tomado desde el vértice izquierdo del
prisma inferior hasta la punta de los dedos del pie derecho, está comprendido casi dos veces
en la altura completa del modelo, tomando ésta desde el vértice del prisma que tenemos en
primer plano hasta la parte superior de la cabeza.
Este rectángulo, básico para la ejecución del dibujo, podemos trazarlo en la medida que más
nos agrade para el efecto final del trabajo; lo importante es que guarde relación con la
proporción del modelo que trataremos de copiar, pues tan correcto puede ser un dibujo en
tamaño natural como reducido a la mitad, cuarta parte o cualquier otra medida, siempre que,
por ejemplo, el largo de las piernas esté en proporción con el del torso, los brazos, etc., y que
no nos resulten las manos más grandes que la cabeza, los brazos fuera de su proporción en el
orden comparativo, etc. Todos estos errores se evitan, pues, estableciendo al principio las
proporciones generales de ancho y altura totales y encerrando el conjunto, como lo hemos
hecho anteriormente en el caso de los yesos, dentro de figuras geométricas.
Es natural que según sea el tamaño de la figura geométrica, será diferente también el espacio
de papel que quede en blanco. Por esto, al decidir el tamaño de la figura dentro de la cual
vamos a realizar el dibujo, debemos preocupar- nos de ubicarle armónicamente en la hoja.
Esto lo haremos ya sea por medio de diagonales —corno ya hemos explicado en casi todos los
trabajos anteriores— o simplemente dejando en la parte baja del papel un espacio un poco
mayor que el que quedará en la parte superior del mismo, sobre la cabeza. En cuanto a la
colocación en relación al ancho de la hoja, lo más conveniente será ubicar la figura en el
centro, calculando los puntos más salientes y las masas más importantes del conjunto. En este
caso, por ejemplo, como toda la masa dominante se encuentra hacia la mitad izquierda del
conjunto, no colocaremos el triángulo en la mitad justa del papel, sino un poco más a la
derecha. Esto hace que el espacio de papel en blanco restante, frente al rostro, no resulte
demasiado grande, restándole interés y fuerza a la cabeza. El pie derecho —a pesar de estar
comprendido dentro del triángulo isósceles que forma el conjunto— sale fuera del bloque
más compacto constituido por el cuerpo humano y los sólidos geométricos; por esta razón no
lo consideramos más que un apéndice dentro del conjunto total, pues su escaso volumen no
puede compararse con la masa de gran tamaño del tronco. El hecho de que la distancia que
quede entre él y el borde del papel sea menor que el espacio que media entre la arista vertical
izquierda del prisma y el otro extremo de la hoja, no perjudica, sino, al contrario, favorece al
conjunto. Así se obtendrá el perfecto equilibrio de todos los espacios.