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DIBUJO DE FIGURA - Dibujo de ánforas
Las múltiples aplicaciones de la geometría nos permiten dibujar los modelos de ánforas cuyo
conjunto ofrecemos con sus respectivos trazados geométricos, a fin de facilitar la tarea del
dibujante. Los estudiaremos, ex profeso, sin sombras, para comprender mejor la elegancia de
sus líneas.
La figura nos muestra un ánfora cuyo volumen dominante y sus asas se
encuentran
encerrados en un rectángulo horizontal. Después de trazadas las diagonales en el papel a fin
de centralizar el dibujo, podremos dibujar el rectángulo citado. Para ello trazaremos una línea
vertical que pase por el centro de la hoja, indicado por el cruce de las dos diagonales. Esta
vertical nos servirá como eje sobre el cual gira el ánfora y nos permitirá dibujar con toda
corrección los dos perfiles del modelo, que —naturalmente— deben ser exactamente iguales
entre sí. Esta perfección es indispensable por tratarse de un modelo de revolución, pues su
forma corpórea se obtiene mediante un torno giratorio.
La altura de dicho rectángulo cabe casi una vez y media en el ancho del mismo. Una vez
conseguida esta medida con exactitud, procederemos a medir el espacio que hay entre la
línea superior del rectángulo y el borde externo de la boca del ánfora. Veremos que es igual a
la cuarta parte del ancho del rectángulo. Por sobre la boca aparece el asa de la parte posterior.
Este espacio agregado a la altura del cuello y la boca, es la medida del ancho de esta última, a
cada lado del eje, es decir la mitad del ancho total. La boca es de un diámetro mucho mayor
que el cuello; éste tiene en su parte más delgada un ancho que cabe tres veces y media en la
horizontal del rectángulo inicial. En cambio, en su diámetro mayor cabe cinco veces el
espesor de la boca, cuyo ancho es el doble del diámetro menor del cuello. Con este sistema de
referencias comparativas entre las distintas partes de un todo, seguimos dibujando todo el
modelo: su volumen más importante, las asas, el pie, dividido en varias molduritas, etc.
Aquí podemos apreciar otro tipo de ánfora. A pesar de ser un modelo en apariencia más
difícil, nos resultará más sencillo para bosquejar, sobre todo al comienzo, por estar encerrado
dentro de un rectángulo muy fácil de proporcionar. En efecto, está formado por dos
cuadrados. La línea vertical que —como en el caso anterior— trazamos coincidiendo con el
cruce de las dos diagonales, será la de la unión de los dos cuadrados y el eje del modelo. No
tenemos más que trazar la horizontal en la mitad de la altura del rectángulo, la que debe
coincidir con la unión de las diagonales y la vertical, para obtener con exactitud la medida de
la altura del pie del ánfora así como la del volumen más importante, y el lugar de unión de
estos dos sectores del mismo modelo. El diámetro menor del pie cabe dos veces y media en
su altura, y el ancho total de la base es igual a la tercera parte del ancho del rectángulo.
En la parte superior del ánfora notamos dos sectores de características bien diferentes; uno
encerrado entre dos líneas rectas horizontales y el otro terminado en forma casi semicircular
lo que acusa el fondo cóncavo del modelo. La altura de estos dos sectores no es la misma,
como parecería a primera vista: la parte superior es un poco menor que la inferior, siendo la
medida de su altura igual al espacio que hay —a ambos lados de la boca— desde el borde de
ésta hasta el punto más saliente de las asas.
Aunque parezca mentira, las ánforas de las figuras siguientes están encerradas dentro de una
misma figura geométrica: un rectángulo formado por la unión de tres cuadrados iguales.
Empezaremos por estudiar el siguiente ejemplo:
La línea vertical trazada en el centro del papel, marca también la mitad del cuadrado central
y es el eje del ánfora. El ancho total de ese cuadrado es igual al ancho máximo de la base.
Esta, en su altura total llega hasta la cuarta parte de la altura del rectángulo. La línea
horizontal que divide el rectángulo en dos partes iguales, nos indica el nacimiento de las asas,
que llegan casi hasta el ángulo superior en ambos lados. Una vez más marcamos la cuarta
parte de la altura del rectángulo, pero ahora en la parte superior del mismo. Con esto
tendremos establecido el lugar que ocupa la horizontal divisoria de los dos espacios mayores
de este modelo, a la vez que el nacimiento de las asas en su parte superior. La distancia entre
la línea vertical del rectángulo y el extremo de la boca cabe aproximadamente cinco veces en
el diámetro de ésta.
Para dibujar el ánfora de la nueva figura tomaremos el papel en sentido vertical.
Trazadas las diagonales, marcamos por medio de una línea vertical la mitad justa del papel.
Como en los ejercicios anteriores, ésta nos servirá no solamente para la buena ubicación del
modelo, sino que hará las veces de eje del mismo. Con la ayuda de la línea horizontal que
coincide con la unión de las otras líneas ya trazadas, encontramos la perfecta ubicación para
nuestro dibujo, en cuanto a la altura. Ya hemos dicho que este modelo está encerrado dentro
de un rectángulo de las mismas medidas que el del ejercicio anterior. Esta vez lo tenemos en
sentido vertical. Veremos fácilmente que el cuadrado de la parte superior contiene el cuello,
la boca y el asa y que su lado inferior marca el límite del volumen mayor o sea el cuerpo.
Este, en su diámetro, ocupa todo el ancho del rectángulo. El ancho de la base puede
compararse a la distancia que hay desde el borde del cuello de donde sale el asa hasta el
límite derecho del rectángulo, pues es el doble de esta medida. El cuello en su mayor grosor
es igual a la mitad del ancho superior de la boca, y en la parte superior, que es la más
angosta, tiene un tamaño equivalente a la cuarta parte del rectángulo básico. De esta misma
manera mediremos las proporciones de los detalles restantes. Habremos obtenido así el
dibujo correcto de estas ánforas clásicas.