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DERECHO PUBLICO - Relaciones Exteriores
La política exterior es la manera de conducir las relaciones internacionales según la
orientación que le imprime cada Estado. Su misión es elevada e idealmente debería tener
como norma la conciliación de los intereses opuestos de los Estados y la cooperación en el
logro de las aspiraciones comunes. En la práctica, la política exterior unas veces es cordial y
solidaria, otras veces es agresiva o egoísta. Puede ser aislada o conjunta, si se realiza por
separado o por la acción concertada de las naciones.
El órgano que tiene a su cargo las relaciones internacionales depende de la legislación interior
de cada país. En las monarquías absolutas, el único órgano es el monarca. En las monarquías
constitucionales y en las repúblicas suele darse ingerencia al Parlamento o al Congreso, para
los actos internacionales de mayor trascendencia. En Suiza, se consulta al pueblo por medio
de un "referendum".
En todas partes la dirección de las relaciones internacionales corresponde primordialmente el
Jefe del Estado, auxiliado por un Secretario o Ministro del ramo, quien a su vez actúa con la
asistencia del cuerpo diplomático nacional acreditado ante los gobiernos extranjeros. A veces
los negocios internacionales se tramitan directamente entre Jefes de Estado o entre sus
Ministros de Relaciones Exteriores. Por lo común cada Ministerio negocia con la embajada o
legación extranjera acreditada en el país. También se tratan asuntos internacionales en
Conferencias que al efecto se convocan.
La política internacional no debe apartarse de los principios fundamentales del Derecho
Internacional, ni de los dictados de la Moral tal como la entienden los pueblos civilizados. Es
verdad que las circunstancias varían al infinito Y que no en todos los casos es fácil dar con el
principio o la norma indiscutiblemente aplicable; pero la conciencia propia y la opinión
pública distinguen, por una especie de intuición natural, cuándo un acto es honesto y cuándo
no lo es. La buena fe es una condición esencial en la convivencia, tanto entre personas como
entre naciones. La gran afinidad que hay entre la política internacional y el Derecho
Internacional hace que el vulgo fácilmente confunda ambas disciplinas y atribuya más valor a
los hechos que a los principios que deben regirlos.