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DECORACION DE INTERIORES - Los estilos
Antes de entrar a decorar una casa, conviene que demos algunas nociones acerca de los
estilos.
Si estudiamos, analizamos y comparamos las mejores piezas de cada uno de los grandes
períodos de la historia de la decoración, estaremos en condiciones de conocer la diferencia
entre lo bien y mal proporcionado, de saber qué líneas o perfiles son artísticos o comunes y
de comprender qué detalles constituyen el alma del mueble. Y estaremos también en mejores
condiciones de interpretar los estilos modernos, pues a medida que comprendamos las
pasadas expresiones del espíritu reflejadas en los muebles de esas épocas, nos será más fácil
comprender los muebles y el espíritu de nuestro tiempo.
Quien conozca —aunque no sea más que sumariamente— algunas características de los
diversos estilos, estará en posesión de un auxiliar muy práctico para la creación de conjuntos
armónicos.
La historia de la civilización está íntimamente ligada al mueble, y puede decirse, en líneas
generales, que el espíritu de cada época, ha quedado expresado categóricamente en los
muebles.
Sin tener presente el mueble de Egipto, Asiria, Grecia y Roma, cuyo conocimiento es
indirectamente recibido a través de bajos relieves y esculturas, señalamos en la Edad Media
la aparición del estilo gótico.
La arquitectura y el mueble expresan en esa época la íntima unión que entre ellos existe. Son
en general escasamente confortables aunque bellos y suntuosos.
El hierro se emplea en la ornamentación, y junto con la madera es objeto de delicada
ejecución. En el mueble de este período, generalmente grande y macizo, se usan ojivas,
columnas finas y detalles de la flora y la fauna en abundancia. El lecho es de dimensiones
considerables y, dentro de los muebles de la alcoba, su valor es absolutamente
preponderante. Conserva esta importancia, aun en el período que corresponde al estilo
Renacimiento.
La madera esculpida alcanza su más bella época y cada mueble es un objeto de arte en el que
el equilibrio de la luz y las sombras, el brillo y la opacidad, han sido cuidadosamente
estudiados, proyectados y logrados.
La tapicería adquiere una personalidad definitivamente independiente de la pintura y las
telas para decoración contribuyen a dar relieve y color a la severidad de las maderas usadas.
La expresión máxima de los muebles de este período es el armario de dos cuerpos. En él
figuran ornamentos, columnas clásicas, cornisas, basamentos y capiteles.
En Italia la vuelta a los estilos clásicos es propiciada por su propio suelo, donde las
excavaciones vinculan constantemente el pasado con lo contemporáneo. Un mueble típico de
la época y la región es el cassone, especie de cofre o arca de madera de nogal
preferentemente, con incrustaciones en colores o en marfil. Los muebles pintados y dorados
se usan en la época y las tallas adquieren tanta importancia, que los ornamentos empleados
cubren el mueble mismo. Las guirnaldas, las cabezas y garras de león, las cabezas de ángeles,
los escudos de armas, las hojas de laurel y las sartas de perlas, constituyen los motivos
favoritos. Otro mueble típico de la época es la credenza y el scabello, banquito compuesto de
tablas talladas.
En Gran Bretaña, mientras Europa produce el mueble del Renacimiento, se crean dos estilos
eminentemente nacionales, producto de su aislamiento insular. Son ellos el Isabelino y el
Jacobino.
ISABEL Y JACOBO. Los muebles isabelinos, de acuerdo con la arquitectura de la época, son
de líneas rectas y superficies rectangulares, que les dan apariencia maciza. Durante el
período jacobino, influencias extranjeras prestan gracia y movimiento al mueble.
En la época en que Isabel de Inglaterra gobernó, época que fue la de Shakespeare y Sir
Francis Drake, las casas eran inmensas y muy altas. Enormes chimeneas protegían del frío, y
de acuerdo con la arquitectura de las casas, el moblaje era grande, macizo, de líneas rectas y
superficies rectangulares.
La madera preferida era el roble, cuya solidez la hacía apropiada para la construcción de las
altas sillas talladas y las grandes mesas. La característica del tallado de esta época era la rosa
de los Tudor. Las pilastras y patas de las mesas tenían la conocida bocha torneada que
representa un recipiente con su tapa, y que da pesadez al conjunto. Las sillas sin resortes
tienen asientos de madera y respaldos derechos.
El Jacobino es un estilo más simple y severo y un tanto menos majestuoso. En esta época
partió de Inglaterra la célebre expedición del Mayflower, hacia la nueva tierra y allí se
modificó el estilo.
Las patas de las sillas se simplifican y todo el conjunto adquiere una severidad casi monacal.
Los dos estilos pueden armonizar en un mismo ambiente, así como combinarse en un solo
mueble, equilibrando el Jacobino con el exceso y la pesadez del Tudor.
Durante el Protectorado, se simplificó aun más el estilo del mueble inglés, suprimiéndose
toda ornamentación con excepción de las columnas espirales.