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BANCO Y MONEDA - El patrón tabular
Entre
las funciones que debe cumplir una buena moneda se encuentra
la de servir
satisfactoriamente como patrón de pagos diferidos o futuros, lo que implica el
mantenimiento a plazo largo de su poder de compra.
ANTECEDENTES HISTORICOS
Desde mucho tiempo atrás, los economistas vieron que para medir el valor de la moneda era
necesario tomar algún otro símbolo que sirviera como elemento corrector. Adam Smith, con
el fin de verificar las fluctuaciones del precio de la plata en un cierto período de la historia
de Inglaterra, tomó como medida de valor el precio de los granos, pues suponía que en
períodos largos de tiempo el precio del grano era más estable que el de la plata.
En los siglos XVII y XVIII, a causa de las grandes variaciones en el precio del oro y de la
plata y a la deterioración monetaria, se recurrió como patrón de pagos diferidos a otras
mercaderías que no fueran el oro y la plata. Recuerda el profesor Kemmerer que en una ley
inglesa de 1576, se dispuso que las universidades de Oxford, Cambridge y los colegios de
Winchester y Eton no podrían realizar arrendamientos a largo plazo si no se estipulaba que
un tercio del pago se hiciera en trigo y cebada. Como la moneda se estaba desvalorizando en
forma inusitada, el Parlamento, con el fin de salvar la situación financiera de esas
universidades, creyó oportuno establecer ese recaudo, que facilitó la evolución de dichos
institutos al subir el precio del trigo y la cebada en ese período. Esta ventaja no se hubiera
logrado con las ventas estipuladas íntegramente en moneda.
Apunta el mismo profesor que en el año 1833, el escritor Poulett Scrope propuso un plan que
denominó patrón tabular. El Estado debía confeccionar un índice general de precios, y los
contratos a largo plazo que se firmaran se ajustarían a las fluctuaciones de ese índice. Si una
deuda de 100 libras tuviera que pagarse dentro de cinco años, y en ese período el índice
subiera de 100 a 120, el deudor estaría obligado a pagar no ya 100 libras, sino 120, porque
con esas 120 libras tendría el mismo poder de compra que cuando concertó el préstamo. A la
inversa, si el nivel de precios bajara de 100 a 80, el deudor no estaría obligado a entregar 100,
sino 80 al cancelar su deuda. En esta forma se consideraba que se creaba una situación de
mayor justicia entre deudores y acreedores.