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ASTRONOMIA - Una visión de conjunto
LA NOCHE
Según la época del año, en plena noche nos sorprenderá por la parte contraria a la puesta del
Sol, o sea por Oriente, Levante o Este (E), la aparición de un resplandor que por momentos se
irá acentuando, hasta que por fin se nos presentará majestuosa la Luna, la cual seguirá en la
bóveda celeste un camino parecido al de las estrellas. Con todo, si durante varios días
siguiésemos el curso de la Luna, advertiríamos que se corre por entre las estrellas,
retrasándose con respecto a ellas y retrasando también la hora de salida: es, por tanto, un
astro errante y desprovisto de luz propia, pues la que ostenta no es sino reflejada del Sol.
Si hemos tenido la paciencia de ir siguiendo el movimiento de las estrellas, habremos podido
advertir cómo las que se hallan en las cercanías del Polo siempre han estado a nuestra vista:
son las CIRCUMPOLARES; al paso que las restantes más alejadas del Polo han ido unas
saliendo sucesivamente por el Oriente y otras escondiéndose por el Occidente, de la misma
manera como lo hacen el Sol y la Luna todos los días.
Ya de madrugada, muy avanzada la noche, otro resplandor por la parte de Oriente nos
anunciará la próxima salida del Sol, con lo cual desaparecerán poco a poco los encantos del
cielo estrellado, para ser reemplazados por los fulgores de grana y oro, propios del amanecer.
El Sol durante el día seguirá un camino parecido al que hemos venido observando en las
estrellas, o sea, que irá apartándose cada vez más del horizonte, hasta que al mediodía
llegará al máximo de altura, para descender de nuevo durante la tarde por la parte de
Poniente. Pero no se crea que la desaparición de las estrellas durante el día sea real, sino sólo
aparente, debido al intenso resplandor del Sol, que nos impide apreciar el débil fulgor de las
estrellas; pues si lográsemos tapar el Sol, lo cual sucede realmente en los eclipses totales de
este astro, veríamos lucir en el firmamento las estrellas, como durante la noche; con esta
particularidad de que el Sol, en el decurso del año, se proyectaría sucesivamente en doce
constelaciones distintas a lo largo de una zona circular llamada zodíaco, que corta al ecuador
celeste en dos puntos, por lo cual dichas constelaciones reciben la denominación de
ZODIACALES.
Los movimientos de los astros hasta ahora anotados no son debidos exclusivamente a
movimientos propios de los mismos astros, como equivocadamente creían los antiguos, sino
que el movimiento diurno de toda la esfera celeste es aparente, pues se debe al movimiento
de rotación de la Tierra que habitamos, en el decurso de cada 24 horas; el corrimiento del Sol
a lo largo de las constelaciones zodiacales procede del movimiento de traslación de la Tierra
durante el año en torno del Sol; y el corrimiento de los planetas y cometas con respecto a las
estrellas se debe, a un tiempo, al movimiento nuestro y suyo de traslación en torno del Sol,
mientras que el movimiento de la Luna con respecto a las estrellas se debe a nuestro
movimiento de traslación en torno al Sol y al de traslación de la misma Luna en torno de la
Tierra, ya que este astro es tributario nuestro, por lo cual se le llama SATELITE de la Tierra.
Con las observaciones practicadas en la bóveda, parte de día y parte de noche, se habrá
podido formar una primera idea aproximada de los principales cuerpos celestes que pueblan
los espacios, así como de algunos de sus movimientos más característicos. Mas, entre la
ingente multitud de cuerpos celestes, podemos formar dos grupos: al primer grupo pertenece
el Sol con todos los demás cuerpos que de alguna manera dependen de él, cuales son los
planetas con sus satélites, los cometas y las estrellas fugaces; al segundo grupo pertenecen las
estrellas y las nebulosas.