Textos    |    Libros Gratis    |    Recetas

 

.
ASTRONOMIA - Meteoros cósmicos
BOLIDOS
Son las estrellas fugaces de grandes dimensiones, fuerte intensidad luminosa y con una
velocidad relativamente lenta. Algunos bólidos ofrecen diámetros aparentes comparables al
de la Luna y pueden hacerse visibles en pleno día. En ocasiones los bólidos se subdividen en
fragmentos, brillantes también, que se asemejan a cometas; pero, en otras ocasiones, la
fragmentación tiene lugar antes de penetrar en la atmósfera y entonces se ofrece una
bandada de bólidos con trayectorias paralelas. La bandada de bólidos más notable pasó por
encima del Canadá el 7 de febrero de 1913 a las 9 de la noche, formada de 10 o más grupos de
20 y hasta 40 unidades cada uno, que iban desfilando en perfecta formación a la velocidad de
unos 10 kilómetros por segundo; esta formidable bandada de bólidos recorrió unos 4.000
kilómetros, hasta hundirse en el Atlántico más allá de las islas Bermudas.
UN BOLIDO. Instante en que cruza el cielo estrellado.
FENOMENOS QUE PRODUCEN. La aparición de estos bólidos suele ir acompañada de
fuertes detonaciones. Una de las explosiones más formidables fue la de un bólido que, a las
9h y 30m de la mañana del 19 de febrero de 1896, apareció sobre Madrid con un brillo
superior al del mismo Sol, sembrando el pánico en toda la región central de España; la
sacudida de la detonación hizo que varios tabiques y ventanas de los alrededores de la
ciudad cedieran a la presión del aire, que aumentó súbitamente 11 milímetros y se
derrumbaron. Los bólidos dejan caer piedras al suelo, que a veces han revestido la
importancia de un bombardeo cósmico sobre determinada región del planeta; así
-
aconteció
el 19 de julio de 1912 en Holbrook (EE. UU.) , donde se estima que cayeron 14.000 fragmentos
distintos.
En el fondo, el bólido constituye un fenómeno idéntico al de la estrella fugaz, sólo que, en el
primer caso, el cuerpo productor del mismo es de mucho mayor tamaño y alcanza capas más
bajas de la atmósfera. El estampido que acompaña a los bólidos proviene no tanto de una
explosión propiamente tal, cuanto de la intensa onda producida por el bólido al abrirse
súbitamente paso a través del aire, con una velocidad muy superior a la del sonido. La onda
así engendrada sigue su curso divergente, hasta que al llegar al oído produce el mismo efecto
que la onda cuyo origen es la repentina dilatación de los gases de una explosión.
Los bólidos no parecen tener conexión con los enjambres de astrolitos, ni su frecuencia
presenta un máximo en tales ocasiones, lo cual induce a creer que se trata de fragmentos que
vagan al acaso por el espacio y que, por su gran tamaño, constituyen más bien una
excepción. Se ha comprobado que en su mayoría los bólidos describen órbitas hiperbólicas.
Esto hace suponer que los bólidos son de procedencia extraplanetaria, mientras que las
estrellas fugaces formarían, desde sus orígenes, parte integrante del sistema solar.
Algunos autores han creído que la masa de las estrellas fugaces sería sólo
de unos pocos
miligramos; otros la hacen superior a un kilo; pero el valor más probable es que sería de unos
cuantos gramos y su tamaño como el de una nuez o avellana. Con respecto a las estrellas
fugaces telescópicas, su masa debe ser mucho menor, pues de lo contrario, dado su número,
haría aumentar en varios millones de toneladas por año la masa de la Tierra, lo cual
repercutiría de manera sensible en el movimiento de la Tierra alrededor del Sol. .
La masa de los astrolitos productores de los bólidos propiamente tales debe ponerse entre
algunos kilogramos y varias toneladas. El fragmento mayor del bólido de Madrid fue del
tamaño de una naranja, y muchos eran comparables al de una nuez o avellana; pero
adviértase que se trata de cuerpos que se fragmentaron antes de su llegada a la Tierra.