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ASTRONOMIA - La Luna
SUELO LUNAR
El suelo lunar se presenta extraordinariamente accidentado, como que con frecuencia existen
pendientes de 30, 40 y hasta 50°. La Luna no da indicios de trazas de erosión debida al agua o
al viento. En cambio, se observa en ella un número fabuloso de cráteres de todas
dimensiones, que sólo en el hemisferio visible se eleva a 30.000. La Luna posee, además,
cadenas montañosas y regiones umbrías con escasas montañas, conocidas comúnmente con
el nombre de mares. Estos mares son unos 12, siendo los más extensos y conocidos: los de la
Serenidad, Tranquilidad, de las Lluvias, de los Humores, de las Crisis y de la Fecundidad.
Las cadenas montañosas de la Luna ascienden también a 12, entre las que descuellan los
Apeninos, las montañas de Leibnitz y las montañas Doerfel. En general, se presentan muy
escarpadas, sin duda por la ausencia de acciones erosivas que, como en la Tierra, suavicen las
pendientes. La altura de las montañas lunares se ha podido deducir con gran precisión
mediante la longitud de la sombra proyectada por las mismas; y se ha visto que en algunas
de ellas la altura llega a los 7.000 metros, lo que proporcionalmente a las reducidas
dimensiones de la Luna, representa una altura mucho mayor que las de las mayores
montañas terrestres.
Lo más típico del paisaje lunar lo constituyen los cráteres o circos, que son formaciones
circulares aparecidas en épocas diversas en el cráter anterior y aun en las paredes de los
precedentes. Los cráteres recientes, son, en general, más profundos y con paredes más
abruptas que los antiguos. Las dimensiones de los cráteres lunares superan en mucho a los
mayores de los cráteres terrestres: así, el cráter lunar Ptolomeo mide 180 kilómetros de
diámetro, el cráter Teófilo 100 kilómetros, y, el cráter Copérnico tiene una elevación de 3.700
metros. Al lado de estos vastos circos se encuentran otros incomparablemente menores, de 1
kilómetro y aun de sólo 500 metros y menos, de diámetro.
EL CIRCO LUNAR "COPERNICO". Se le ve con su aureola de radiaciones claras.
En distintos sitios, particularmente en los mares, se advierten grietas o aberturas del suelo,
unas veces rectilíneas y otras en zigzag, de 1 a 2 kilómetros de anchura y 500 metros de
profundidad y hasta 200 kilómetros de longitud, algunas de las cuales encierran pequeños
cráteres. Estas grietas parecen debidas a la contracción de la corteza lunar bajo la influencia
del enfriamiento nocturno, algo así como grietas hexagonales de nuestros prismas de basalto.
Sobre todo en los mares lunares, se advierten además numerosos pliegues del relieve,
debidos sin duda a la contracción gradual del núcleo, parecidos a los pliegues montañosos de
la Tierra.
Desde hace unos 260 años se viene observando minuciosamente con telescopios el relieve
lunar, y hasta el presente no ha sido posible establecer con seguridad ningún cambio en el
mismo. Los cambios de forma y de color observados por algunos astrónomos son tan sólo
aparentes, debido a la distinta iluminación de los relieves lunares, según su fase; y, como
además la Luna posee complicados movimientos dentro de su órbita general, esto hace que
jamás este astro se nos presente dos veces iluminado exactamente de la misma manera.
EL SUR DE LA LUNA. En esta fotografía de la región meridional de la Luna, se ven
inmensos cráteres y protuberancias.