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ASTRONOMIA - Las grandes leyes del universo
SISTEMA DE PTOLOMEO
Dejando aparte las raras concepciones del mundo, propugnadas por los antiguos a causa de
su desconocimiento sobre la verdadera forma de la Tierra, el primer sistema serio del mundo,
profesado por la antigüedad, es el de la Escuela de Alejandría, el cual se basa en las
apariencias. PTOLOMEO, en el siglo primero de nuestra era fue quien lo concretó en una
forma que perduró por espacio de 1.500 años.
En este sistema se supone la Tierra esférica, situada en el centro del universo y envuelta por
una esfera de aire o atmósfera, rodeada a su vez por la esfera del éter, del fuego, o de los
meteoros, en la que se formaban las estrellas fugaces, los bólidos y los cometas. Seguía luego
el cielo de la Luna, que daba vueltas alrededor de la Tierra en 27 días y 8 horas; después el
cielo de Mercurio, el de Venus, el del Sol, que daba vueltas en 365 días y 6 horas; el de Marte,
el de Júpiter y el de Saturno. Encima de todos estos cielos estaba el cielo de las estrellas fijas.
En fin, seguía una última esfera, llamada el primer móvil, que no sólo daba una vuelta
alrededor de la Tierra en 24 horas, o sea en un día, sino que por frotamiento obligaba a todos
los cielos inferiores a participar más o menos de su movimiento, dando lugar a que todos,
con no grandes diferencias, dieran también, lo mismo que las estrellas, un giro completo
alrededor de la Tierra en un día.
A primera vista este sistema parece sencillo; pero una observación atenta de los movimientos
celestes ya demostró a los astrónomos antiguos que, para explicarlos, precisaban
complicaciones inauditas. Las trayectorias, aparentemente tan caprichosas de los planetas.
con formas de lazos y bucles, obligaron a suponer que esos astros describían curvas del
género de las epicicloides, dentro del espesor de cada cielo. Por otra parte, estas curvas
tampoco eran iguales unas a otras, lo que además obligó a suponer que la Tierra no se
encontraba en el centro del universo, dando lugar así a la teoría de la excéntrica. En fin, en
este inmenso mecanismo, no podía saberse cuál era el "motor" que imprimía el movimiento
general de los astros, venciendo los frotamientos, y había que suponer, además, que esas
diferentes esferas sólidas y encajadas, eran de una substancia absolutamente diáfana, por lo
menos, como el más puro cristal.
En los primeros siglos de la era cristiana y en la casi totalidad de la Edad Media, poco
preocuparon a los hombres tales complicaciones, que hacían sospechar verosímilmente la
falsedad de todo ese mecanismo. Lo único que se hizo fue acumular nuevas esferas y nuevos
rodajes a tan extravagante máquina. Entonces [lié cuando Alfonso X, el Sabio, rey de Castilla
y de León en España, exclamó en plena asamblea de astrónomos cristianos y árabes de
Toledo, que si Dios le hubiese consultado su opinión cuando creó el mundo, le hubiera
aconsejado hacerlo bastante más sencillo.
SISTEMA DE PTOLOMEO. Representación de dicho sistema con los símbolos de los astros
del Sistema Solar entonces conocidos.