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ARTE – La pintura moderna y contemporánea en América latina
ARGENTINA
En la Argentina tres artífices extranjeros florecen en la primera mitad del siglo 'me. El francés
CARLOS ENRIQUE PELLEGRINI (1800-1875) llega como ingeniero, pero pronto descubre sus
extraordinarias dotes de retratista. Es, además, un impulsor de la cultura. JUAN MAURICIO
RUGENDAS (1802-1858), alemán de origen, recorrió toda la América dibujando tipos, paisajes,
aspectos. El continente entero le es deudor de un monumento. EMERIC ESSEX VIDAL (1791-
1861), originario de Inglaterra, ocupa sus ocios en pintar acuarelas con vistas de la naciente
ciudad de Buenos Aires.
JUAN LEON PALLIKRE (1823-1887), brasileño, de padre francés, se dedica a la litografía, que
había introducido en 1828 Bacle, y deja gran conjunto de estampas que reproducen sobre todo
los tipos característicos argentinos.
Dentro del criterio académico hay que mencionar a PRILIDIANO PUEYRREDON (1823.1870),
distinguido retratista que une en sus obras sus dotes de observación y su finura de colorista.
La pintura contemporánea argentina es tan variada y tan rica en nombres, que es imposible en
un cuadro como éste ofrecer una vista de conjunto que se acerque a la realidad. Presentamos
ahora sólo sus figuras principales así como las de los demás países.
CESAREO BERNALDO DE QUIROS (1881).
Pintor dotado de gran potencialidad, que ha sabido crear un mundo de personajes. Su técnica
variada recuerda, sobre todo la de los españoles clásicos. Un crítico opina que Quirós es el
pintor argentino "que se ha desarrollado dentro de una órbita más dilatada".
FERNANDO FADER (1882).
Fue discípulo del alemán Ziegel y a su retorno a la patria
descubrió su propia personalidad en el ideal argentino: aldeas, escenas, aspectos, todo lo
entrañable de su país.
FERNANDO FADER."La comida de los cerdos".
MIGUEL CARLOS VICTORICA (1884). Recibió la influencia de los franceses desde Carriére
hasta Marie Laurencin. Su personalidad se desarrolló con y sobre esas influencias: Su obra es
variada y multiforme.
BENITO QUINQUELA MARTIN (1890). No
se sabe qué admirar más en este hombre, si su
dinamismo o su humanidad. En su Escuela de Arte, de la Boca del Riachuelo, en Buenos Aires,
sacrifica sus propios ímpetus en aras de su esfuerzo educativo. Nadie como él ha sabido
interpretar el rincón más bello de la capital argentina, allí donde no se notan influencias
extrañas.
ANTONIO BERNI (1905). Representa el retorno al realismo en la pintura argentina, pero un
realismo concebido según un marcado propósito social. Cultiva la pintura mural y reprodujo
en su país las experiencias de Rivera y Siqueiros en México. En sus últimos tiempos abandona
en cierta medida los temas políticos, pero acentúa en su obra esa objetividad y ese vigor
imitativo que forman buena parte de lo que él mismo define como Nuevo Realismo.
LAS BELLAS ARTES (detalle), fresco de Antonio Berni.
EMILIO PETTORUTI (1894). Es uno de los artistas más discutidos de la Argentina. Dentro de
las corrientes más avanzadas del arte abstracto, sus telas no toleran un encasillamiento estricto
en el purismo o el cubismo. Están, sin embargo, dentro de estos dos tipos de pintura, la cual se
caracteriza por un alto sentido decorativo, un tipo de composición geométrica y un manejo
delicado y seguro del color.
LA VENTANA ABIERTA, del pintor argentino Emilio Pettoruti.
LINO E. SPILIMBERGO (1896). Artista muy personal cuyo recorrido va desde un
costumbrismo, muy en boga en su época, hasta la creación de figuras ampliamente concebidas,
pintadas con una técnica simplista pero que revela profundo estudio. Estudió en París, con
André Lothe, y gran parte de su obra puede ser considerada como una de las creaciones más
interesantes del posexpresionismo.
LA PLANCHADORA. Notable óleo de L. E. Spilimbergo.
JUAN CARLOS CASTAGNINO (1908). Pintor y arquitecto. Su pintura ha seguido varias
tendencias, siempre dentro de un sentido de dignidad y decoro, sin dejarse influir por ningún
cenáculo. Es esencialmente un colorista, y sus telas se caracterizan por un dibujo suelto, liviano,
donde la forma vive en sustancia por el color, siempre de poderosa fuerza lírica.
MUJER DEL PARAMO, óleo de Juan Carlos  Castagnino.