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ARTE - La pintura en Holanda
SEGUNDO PERIODO
Está dominado totalmente por la influencia de FRANS HALS (1580-1666), quien gobierna la
escuela de Harlem. El retrato logra en este artista alturas todavía no alcanzadas en el
septentrión.
Es un pintor dotado de enormes facilidades técnicas, a quien han perjudicado un poco sus
modelos: el tipo de mosquetero bravucón, de erguidos mostachos y enorme chambergo, es su
tema favorito. Nadie puede negarle, empero, sus grandes dotes para caracterizar personajes.
En este período se deja de lado la predilección por el claroscuro y se busca la luz en su mayor
irradiación posible. De ahí que cobre importancia, junto al retrato, el arte paisajístico. El paisaje
se ilumina en una alegría visual rutilante, las figuras cobran impulso y elasticidad en el gesto,
las composiciones se organizan con más libertad, los rostros ríen, y cierta atmósfera de
jocundidad y de optimismo, parecería ser el reflejo de una época en que, asegurada ya la
independencia, en plena etapa constructiva, la nación marcha tan velozmente por el camino
del progreso como sus veleros que surcan el mar y plantan su bandera en el Africa y las Indias.
FRANS HALS. Uno de los maestros de la pintura holandesa del siglo XVII; fue a la vez cumbre
del arte pictórico moderno. El retrato logra en este artista alturas todavía no alcanzadas, hasta
ese momento, en el norte de Europa.
Continúan esta escuela los discípulos de Hals, entre ellos su hermano DIRK HALS (1591-1656),
ANTONIO PALAMEDISZ
(1600-1673) y aparece, a fines del período, con una obra madura,
VAN OSTADE, que dejará tras de sí tantos discípulos. En Leyden, VAN GOYEN (1596-1656)
produce sus notables paisajes, y junto a estas telas, donde gradualmente el aire se
va
imponiendo ante el color, y los grises se diluyen en un matizado minucioso que entretejen la
melancolía de la niebla o las brumas, se inicia con AERT VAN DER NEER (1603-1677), de la
escuela de Amsterdam, el paisaje de carácter sentimental, de fuerte tinte lírico, con sus famosos
claros de luna y sus naturalezas nocturnales, así como GERAR DOU (1613-1675), discípulo de
Rembrandt, con sus claroscuros delicadamente graduados y sus contrastes de
luz y sombra
logra cuajar en sus telas climas evidentemente poéticos.
El retrato tiene entre sus cultores a una figura tan descollante como VAN DER HELST (1613-
1670), y la pintura de naturalezas muertas logra una perfección que llega hasta el virtuosismo
con CLAES HEDA (1594-1678), de Harlem, famoso por sus cuadros de platería, que anticipa ya
a un virtuoso tan notable como GUILLERMO KALFF, de Amsterdam (1621-1693), en quien se
tendrá, ya a fines del período siguiente y durante todo él, a uno de los representantes más
sabios del sibaritismo pictórico en que desembocan las telas holandesas de fin de siglo.