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ARTE - La pintura española del siglo XVIII
La gran tradición pictórica de España, una de las más notables de Europa, como hemos visto,
termina casi de golpe con el siglo XVII. La siguiente centuria es de crisis para el arte de la
pintura en todo el mundo, así sea Francia como España o México. Con la llegada de los
Borbones al trono español, son artistas extranjeros los que florecen: Lucas Giordano, que
decora grandes bóvedas y muros en el Escorial y en Toledo y, más tarde, Juan Bautista Tiépolo
y Antonio Rafael Mengs. El primero ejecuta grandes decoraciones en que campea aún su genio
para crear perspectivas aéreas; el segundo ejerce enorme influencia sobre los artistas españoles
de la corte: Maella, Ferro y los hermanos Bayeu. Para esas fechas ya había sido fundada la Real
Academia de San Fernando, de Madrid. "El arte se hace enseñanza oficial —dice uno de los
más agudos historiadores de la pintura española— con modelos que imitar y reglas que seguir,
precisamente en el momento en que la tradición española estaba olvidada; los modelos
italianos y franceses, de un arte falso e insincero, serán los que se propongan como ejemplos a
los jóvenes artistas que siguen sus lecciones".
Dadas estas circunstancias, nada es más extraño y asombroso que la aparición de un genio
como Goya. Para explicárnosla no hemos de investigar causa ninguna: el genio aparece como
las estrellas errantes: de improviso y donde menos se espera. Francisco de Goya y Lucientes
nació en 1746, en un pueblecillo aragonés, Fuendetodos. Murió en 1828.