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ARTE - Pintura española y portuguesa del Renacimiento
España es un país que ha contado
con una extensa producción pictórica. Pueblo realista y
religioso —y en eso debemos ver las características fundamentales de su arte—, gusta de la
pintura apegada al modelo y huye de las alucinaciones fantásticas de los italianos. Ya hemos
visto cómo el arte pictórico se inicia, en los comienzos de la humanidad artística, en la cabaña
de Altamira, que un arqueólogo famoso ha llamado la Capilla Sixtina del arte cuaternario. Más
tarde, la pintura de la Edad Media constituye un reflejo de la pintura de otros países y así
podemos ver, de los siglos XIII al XV, las diversas influencias francesas y luego flamencas. En
la segunda mitad de esta centuria la influencia flamenca se deja sentir en un grupo de pintores
catalanes que debemos mencionar como los más importantes de la época, ellos son: JAIME
HUGUET, JAIME y PABLO VERGOS, JACOMART, BARTOLOME BERMEJO y el MAESTRO
ALFONSO.
Huguet aparece como un artista fino y delicado, de gran sensibilidad, en tanto que los Vergós
se presentan dotados de fuerza y energía. Bartolomé Bermejo, que ha sido llamado "el más
recio de los primitivos españoles", parece ser de origen cordobés, pero su trabajo se desarrolla
principalmente en Aragón. Es un pintor que puede parecer un flamenco, pero su arte está
dotado de más agilidad que el de los maestros de Flandes. El Maestro Alfonso constituye un
enigma: se sabe que pintó alrededor de 1473, y, por la única obra que se conoce de él, se ve que
empieza a asimilar la influencia flamenca y la italiana. Su vigor lo hace comparable con
cualquier artista de su época.
En Castilla se deja sentir la influencia italiana al principio y, más tarde, la flamenca. El primer
gran pintor de este grupo fue FERNANDO GALLEGO, quien parece, como un inicio de la
pintura española del siglo de oro. El último de los grandes pintores de la Edad Medía fue
PEDRO BERRUGUETE, quien parece llevar a España un principio del Renacimiento. Sin dejar
de ser profundamente realista, muestra ya cierto afán de lujo y suntuosidad, pero rechazando
los recursos de los primitivos que empleaban el oro y la plata para sus fondos. La majestad de
algunos retratos suyos parece iniciar la serie magnífica que ha de hacer famosa la pintura
española en el difícil arte del retrato.
Durante el siglo XVI, España es sierva del Renacimiento italiano; destacándose, primero, una
influencia de la escuela de Milán, y siguiendo, más tarde, el movimiento que se ha llamado
"romanticismo", con cuatro centros principales que son los que han de servir de núcleo a toda
la pintura española: Valencia, Extremadura, Andalucía y Castilla. En el primer grupo tenemos
a JUAN DE JUANES (1523?-1559), pintor místico, discípulo lejano de Rafael y de otros italianos.
En Extremadura aparece
LUIS DE MORALES (1500-1586), llamado "El Divino" porque supo
impregnar sus figuras de Cristo con toda la fuerza del drama en que había sido protagonista, y,
algunas veces, llega hasta la nota exagerada. En cambio sus vírgenes, aunque inspiradas en las
madonas italianas, presentan una personalidad inconfundible.
Entre los pintores de Andalucía aparecen LUIS DE VARGAS, PEDRO DE CESPEDES y PEDRO
DE CAMPAÑA, en tanto que, en
Castilla, figuran JUAN CORREA DE VIVAR
y BLAS DE
PRADO, artistas todos de segunda magnitud. En la última mitad
del siglo XVI la pintura
tórnase casi una necesidad oficial: el gran monasterio que levantaron Juan Baustista de Toledo
y Juan de Herrera, el Escorial, necesitaba ser suntuosamente decorado y aparece un grupo de
artistas, unos italianos, como ZUCCARO, CINCINATO y PELEGRINO TIBALDI y otros
españoles COMO "el mudo" JUAN DE NAVARRETE y LUIS CARVAJAL.
Todos ellos ornamentan aquel enorme palacio, pero su obra tiene que someterse, y se somete
con toda fidelidad, a las reglas, a las leyes que había dejado para ese monumento, más que el
artista que lo creara, la personalidad que lo concibiera: Felipe II.
Otro grupo de artistas de sumo interés florece en esta época; todos ellos se dedican a pintar
retratos y los ejecutan con una fidelidad de expresión y con una nobleza de actitud que
constituyen joyas de la pintura española. Aparecen entre ellos ANTONIO MORO, SANCHEZ
COELLO y PANTOJA.
Al lado de la pintura española debe estudiarse la portuguesa, no bien difundida pero no menos
importante. La figura de NUÑO GONZALVEZ llena el siglo XV, por su asimilación del arte
flamenco desarrollado dentro de sus enormes capacidades técnicas. El gran crítico de arte,
Emilio Bertaux, afirma que ninguno de sus contemporáneos ni en España, ni en Francia, ni en
Italia alcanzó su perfección y valentía.
Después viene el "MAESTRO PORTUGUES", al parecer discípulo de Gonzálvez: JORGE
ALFONSO, ya del siglo XVI y por ende suavizado en su concepción y dibujo; el "MAESTRO
DEL RETABLO DE PALMELA", artista de gran dignidad; GREGORIO LOPES, artista lleno de
gracia; CRISTOBAL DE FIGUEIREDO, un tanto arcaizante; EDUARDO "EL PORTUGUES",
discípulo de Quintín Matsys; FREI CARLOS, imbuido asimismo del arte pictórico flamenco;
CRISTOBAL LOPES, retratista de grandes vuelos; CRISTOBAL DE MORALES, DOMINGO
BARBOSA, FRANCISCO VIEIRA DE MATOS, DOMINGO ANTONIO DE SEQUEIRA y JOSE
ANTONIO BENEDICTO SOARES DE FARIA BARBOSA. Demuestran todos ellos la excelencia
de la pintura portuguesa. Hay que notar que estos últimos abarcan desde el siglo XVI hasta el