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ARTE - La pintura y la escultura norteamericanas de los siglos XIX y XX
La pintura cuenta con algunos nombres que deben ser destacados.
Es una pintura por una
parte histórica, por otra, de paisaje, pero, principalmente, de retratos.
Comenzaremos por citar a JUAN SINGLETON COPLEY, autor de excelentes retratos; a
GILBERTO STUART, bien conocido por sus famosos retratos del libertador Washington; a
JUAN TRUMBULL, pintor de batallas y de escenas históricas; a SAMUEL B. MORSE, retratista
lleno de distinción, y a TOMAS COLE, considerado como el representante más caracterizado
de los paisajistas de la escuela del Hudson.
Uno de los más grandes pintores norteamericanos es Jaime Abbot McNeill WHISTLER (1834-
1903), que hace del retrato un género especial lleno de sugestión y de emotividad; los más
famosos de sus retratos son: el de su madre, en que ésta aparece en un ambiente de serenidad
doméstica, y el del célebre escritor Tomás Carlyle. Floreció a fines del
siglo XIX el paisajista
JORGE INNESE, con paisaje de amplia factura y gran subjetivismo: Después de Whistler, el
más grande retratista americano fue JUAN SINGER SARGENT (1856-1925). En su famoso 
retrato de Roberto Luis Stevenson encontramos toda la expresión de su maravillosa literatura.
También deben citarse entre los pintores más importantes a WINSLOW HOMER, cuyas
acuarelas revelan técnica excelente; a TOMAS EAKINS, pintor de conjuntos, dotado de un
dibujo muy preciso; a FOREST BRUSH; a MARY CASSATT, famosa retratista de niños; a
DAVIS, gran decorador a la manera de Puvis de Chavannes; y a JORGE W. BELLOWS,
paisajista, que ha hecho también obra pictórica sobre temas de boxeo, entre los más
importantes.
LA ESCULTURA
Durante el siglo XIX florece un grupo de escultores en Estados Unidos que es interesante
recordar: HIRAM POWERS, creador de retratos valiosos, como el de Jackson; BROWN, autor
de una magnífica estatua de Lincoln; WARTH, de una de Washington; SAINT-GAUDENS,
escultor de grandes monumentos públicos, llenos de majestad y de vida; CHESTER FRENCH,
autor de figuras simbólicas; BARNARD, que esculpió uno de los innumerables Lincolns que
existen, por cierto magnífico; FEDERICO MACMONNIES, ecléctico, que lo mismo ejecuta una
graciosa Diana, llena de vida, que un solemne monumento a la batalla de Princeton.
En todo el arte norteamericano de esta época y aun en el siglo XX, la influencia de Francia es
palpable: sólo la arquitectura de los rascacielos se verá libre de ella.
EL SIGLO XX
En los Estados Unidos la escultura ofrece en esta época cuatro grandes nombres: LAWRIE,
ZORACH, FRIEDLANDER y MANSHIP, quienes, muy influidos por los artistas europeos,
tienden a lo monumental. Las figuras del primero casi construidas con planos, dentro de un
espíritu completamente arquitectónico, no pierden por eso su intensa vitalidad. Zorach busca
más bien las formas redondeadas: sus torsos de mujer ofrecen voluptuosidades acariciantes, en
tanto que Friedlander ama el ritmo y la armonía, cualidades que se destacan en una de sus
últimas obras: El espíritu del Radio, esculpida para el Centro Rockefeller, de Nueva York.
Manship prefiere el movimiento, unas veces como expresión del estallido de fuerzas ocultas, y
otros como símbolo de la voluptuosidad de la danza.
MARY CASSAT. Famosa retratista de niños, Mary Cassat fue una pintora norteamericana que
vivió en París. (Mujer con abanico, Colee. Chester Dale, Nueva York)