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ARTE - Los pintores impresionistas
La pintura francesa había llegado a un grado de estancamiento
por la gran abundancia de
artistas y la repetición de los temas y de los recursos de técnica. Un grupo de hombres de genio
se rebelan contra la influencia académica y el arte anterior y crean una nueva modalidad
pictórica: el impresionismo. El impresionismo es designado así porque uno de los cuadros de
los corifeos (Monet), se llamaba Impresión, Sol Naciente. Al referirse a esta famosa exposición
efectuada en París en 1874, el crítico Leroy tituló su artículo "Exposición de los impresionistas",
y esta palabra quedó como denominación general de la escuela. Los pintores que la constituyen
basan su arte en el conocimiento profundo de los fenómenos ópticos: la descomposición de la
luz en diversos tonos y el cambio constante que sufren los objetos con las variaciones lumínicas.
Puede decirse que estos artistas son los intérpretes de la luz. Resulta de ello una pintura fresca,
movida, que carece de dibujo lineal y en la cual las formas se acomodan simplemente como
masas coloreadas dentro de la vibración de la luz.
CLAUDIO MANET (1840-1926) fue el iniciador del movimiento, tomando vistas de la catedral
de Ruán, a cada cambio de luz, con lo que resultaban los cuadros diversos aunque
reproduciendo el mismo modelo.
Mayor genio tuvo EDUARDO MANET (1832-1882). Pudiera afirmarse que Manet es el primer
gran pintor de la serie; sus cuadros han pasado a ser clásicos y se revela en ellos como un
profundo conocedor de su oficio.
EDUARDO MANET. PATINANDO. Manet fue el pintor que inició el movimiento pictórico
llamado impresionismo. No fue en rigor un artista de esa tendencia, pero los impresionistas le
tomaron como bandera y maestro, llevando a último extremo muchas de sus enseñanzas.
EDUARDO DEGAS (1834-1917) fue pintor de bailarinas, de escenas de circo, de carreras de
caballos. Su dinamismo iguala a su gracia y a su intensa personalidad. Ninguno como él ha
sabido captar la ligereza de estas mujeres vaporosas, hechas de gasa inconsútil que constituyen
el conjunto de un ballet.
PEDRO AUGUSTO RENOIR (1841-1919) fue uno de los pintores más grandes que hayan
existido en todos los tiempos. Cuando contemplamos las obras de este hombre genial, sentimos
intensa emoción. Nadie ha manejado los colores con la plasticidad y la sabiduría que Renoir.
Sus temas poco importan: tomaba por modelo, frecuentemente, a su cocinera, y así tenemos
una colección de bañistas gordas que muestran la opulencia de sus carnes, a veces excesiva;
pero es en el tono especial que este hombre sabe dar a la carne morena una especie de
vibración vital que nos llena de encanto, libre de toda sensualidad mezquina, al ver
reproducida la vida aun en forma tan vulgar, mas tan intensamente vivida. Otras veces son
niñas paseando por un parque, o tocando un piano, y existe tal armonía entre los colores de sus
vestidos, sus rostros y sus manecitas sonrosadas y el fondo verdoso del paisaje y las
enarenadas callecillas, que la obra resulta un encanto. Horas enteras pasamos contemplándola
y nunca nos cansamos de admirar la armonía, la gracia, la plasticidad que Renoir ha sabido
imprimir en sus cuadros. El arte maravilloso de Renoir estriba quizás en la sencillez de sus
temas, él no hizo otra cosa que pintar, que narrar con sus manos lo que sus ojos veían,
mansamente, fielmente, sin pretender que su pintura fuese una enseñanza o una lección. Claro
que nosotros aprendemos la lección después de haberla contemplado, pero esa lección estaba
en nosotros mismos y sólo el genio del artista pudo despertarla.
Después de Renoir viene PABLO CEZANNE (1839-1906). Es otro gran genio de la pintura
francesa del siglo 'cm. En un principio formó parte del grupo impresionista, pero muy pronto
reaccionó contra la excesiva preocupación lumínica de esta escuela que llevaba a olvidar los
problemas de composición y a descuidar el dibujo, y retomando en cierto modo la tradición
clásica, aunque con un sentido original y novísimo, creó una obra personal que más adelante
daría origen a nuevas corrientes artísticas, entre las cuales, como veremos después, el famoso
movimiento llamado "cubismo". Es indudable que Cézanne se inspiró mucho en la obra de
Renoir, pero estaba dotado de facultades excepcionales y es más enérgico que Renoir: donde
éste es todo suavidad plástica, Cézanne imprime energía, y su dibujo, organizado por grandes
masas, es de una perfección impecable. Cézanne reproduce escenas de tipos humildes: los
jugadores en un café, retratos de extraordinaria verdad, paisajes en que se revela como uno de
los más hábiles paisajistas que hayan existido nunca, y naturalezas muertas: unas manzanas en
un plato, un jarro de vino. Dentro de esa estrechez del tema, ¡qué enormidad de vida está
latiendo! Puede estudiarse cada una de las manzanas, cada una de las pinceladas que forman
cada manzana, y encontrar en ellas la chispa del genio, como si sólo él pudiese estar dotado de
facultades para imprimir tales pinceladas. Cézanne no fue apreciado en su época, pasó una
vida miserable y sus cuadros, que hoy valen millones, eran adquiridos difícilmente y pagados
con unos cuantos francos.
PABLO CEZANNE. RETRATO DEL PADRE DEL ARTISTA. Con Cézanne, pintor que en un
comienzo formó parte del grupo impresionista, quedaron sentadas las bases del cubismo. De
ahí su extraordinaria importancia artística.
PABLO GAUGUIN (1851-1903)
es un pintor desigual que gusta de los cuadros exóticos de
países lejanos; sus coloraciones son vívidas, sus formas interpretadas con una extraordinaria
plástica. Su vida fue muy tormentosa y seguramente no realizó todo lo que hubiera podido
realizar.
Su obra madura escapa también al movimiento impresionista, y crea una escuela
personal de enorme influencia posterior.
PABLO GAUGUIN. ENSUEÑO. Iniciado en el impresionismo, Gauguin creó luego una
pintura original, altamente decorativa, que llamó simbolismo. Su vida aventurera le llevó a
Taiti, donde murió en el más completo desamparo.
VICENTE VAN GOGH (1853-1890) fue uno
de los genios pictóricos que han surgido de
improviso: él mismo no sospechaba sus grandes cualidades. La técnica de Van Gogh, muy
personal, es un tanto deshecha; gusta de pintar por vibraciones, pero sin alarde ninguno ni
afán de singularizarse; su pintura revela al hombre, hombre de cuerpo entero, cuyo cerebro no
estaba muy en sus cabales. Para comprender la obra de Van Gogh, es necesario compenetrarse
con su vida, leer sus maravillosas cartas.
JORGE SEURAT (1859-1891) fue el autor de una técnica nueva que se llamó "el puntillismo";
como su nombre lo indica, consistía en pintar utilizando el punto como elemento básico del
cuadro. Así se lograría, reuniendo los diversos matices que forman la luz, dar la impresión de
algo completamente colorido, según la ciencia. A la inversa de Van Gogh, Seurat alardea con
exceso de su procedimiento y llega a ser fatigoso y monótono. Sin embargo, sus cualidades
pictóricas eran apreciables. Junto a él, debe citarse a PAUL SIGNAC, quien se convirtió en el
teórico del movimiento puntillista, llamado también neoimpresionismo.
ENRIQUE DE TOULOUSE-LAUTREC (1864-1901). Quizá ningún pintor representa mejor la
sociedad francesa de fines del siglo XIX que este artista, porque Degas se concreta a un sector
limitado, en tanto que Toulouse-Lautrec abarca toda la sociedad en sus diversas
manifestaciones: el circo, los tipos humildes, los cafés, los cabarets, los grandes bailes. Más que
pintor, dijérase que es un cronista plástico e incomparable de su época, así por sus cualidades
técnicas como por la gracia y buen humor que se desprende de todos sus cuadros.
CAMILO PISSARRO (1830-1903) es un verdadero impresionista que escribe: "el modelo debe
ser observado más como forma y color que como dibujo...
El dibujo preciso es seco y estorba la impresión del todo, destruye cualquier sensación". Su
procesión del carnaval en los bulevares revela toda la habilidad de un artista para reproducir
multitudes.
ALFREDO SISLEY fue un enamorado de la luz, de los campos bailados de sol, de las
tonalidades rosadas o violetas. "Recibió, dice un critico, la influencia de Monet, pero no alcanzó
la interpretación lírica a que llegó este último".
MAURICIO UTRILLO Se formó
en el impresionismo pero después como María Laurencio,
sufrió la influencia del Aduanero Rousseau. Pudiera decirse que descubrió su secreto: es el
Aduanero Rousseau de la arquitectura y de los paisajes ciudadanos. Su arte, ingenuo y
aparentemente infantil, candor en el que reside su principal encanto, forma parte del
movimiento que por ese mismo motivo se llamó "puerilismo".
A partir de estos pintores, ya se entra en el variado y a veces desconcertante espectáculo del
arte actual, cuya importancia exige un capítulo aparte.