Textos    |    Libros Gratis    |    Recetas

 

.
ARTE - Miguel Angel, escultor
Miguel Angel (1475-1564) nació cerca de Florencia, fue discípulo de Ghirlandaio y es, sin duda,
el escultor más vigoroso en los anales del arte. Es un verdadero creador de humanidades que
siguen viviendo, con la magia poderosa de su genio, como si en ellas perdurara un hálito de la
fuerza tremenda que alentaba en este artista. Sus esculturas son unas cuantas, pero bastan para
inmortalizarlo. Como escultor profundamente religioso, nos deja en su Piedad la
representación de la Madre de Cristo, que sostiene en el regazo a su divino hijo. Por un
arranque genial, la Virgen parece más joven que Cristo: es casi una niña que traduce en su
rostro y en el desmayo de su cuerpo, la mayor de las penas imaginables: el dolor materno
representado en su forma más hiriente e incurable. La Virgen con el Niño, llamada Madonna
de Medici, que se encuentra en la sacristía de San Lorenzo, en Florencia, revela ya la tortura
que más tarde había de aparecer en la obra del genio. Su estatua de David, para la plaza de
Florencia, es una estatua que recuerda los mármoles del siglo de Pericles; la majestad de la
forma humana, interpretada a la manera clásica, en un estudio de la anatomía y de las
proporciones, hace de ella, sin duda, una de las más hermosas estatuas que haya producido el
ingenio humano. Para su protector, Julio II, proyecta Miguel Angel un gran cenotafio, que no
llega a terminar; la figura principal, la colosal estatua de Moisés, existe en Roma; dos de los
esclavos, que debieran formar parte del monumento, están en el Museo del Louvre, en París.
¡Qué enorme, viejo gigante, coloso de todos los tiempos y de todas las edades, es este Moisés,
que parece mirar hacia el camino abierto ante la humanidad! En aquella barba pujante que cae
sobre sus paños, en aquel gesto que revela quién sabe qué hondos misterios, en aquellos rayos
de luz que surgen sobre la frente, a manera de cuernos de un fauno bíblico, todo está lleno de
misterio y de sugerencias. Parece que este titán representa a la humanidad entera, en su forma
trágica y doliente. Esto se corrobora con las dos estatuas de los cautivos. Nunca ha podido ser
representado el dolor físico como en estos dos muchachos, atormentados por sus cadenas.
Porque si en el Laoconte hemos visto cómo en los últimos tiempos del arte griego se
representaba el dolor, no podemos menos de ver más humanidad, menos dramaticidad y
grandilocuencia en estos adolescentes que no se retuercen en formas teatrales, sino que llevan
el retorcimiento en su propio dolor interno.
La última gran obra de Miguel Angel se encuentra en la sacristía nueva de San Lorenzo, en
Florencia, su ciudad natal. Es el conjunto de las tumbas de Julián y de Lorenzo de Medicis, los
protectores de las artes y los tiranos de Florencia. Todo el conjunto, sin excluir la arquitectura,
ha sido planeado por nuestro artífice: sobre unos repisones, descansan figuras alegóricas: en la
de Julián, El Día y La Noche; en la de Lorenzo el Magnífico, El Crepúsculo y La Aurora. Así ha
querido el artista sujetar los fragmentos de vida más intensos de la humanidad para ponerlos a
los pies de las estatuas de los dos caballeros. Pero no se piense que la aurora y el crepúsculo
están representados en la forma tenue que siempre han inspirado: son dos gigantes, hombre y
mujer, de musculatura de acero, de formas exuberantes como si de los senos de esta matrona
gigantesca pudiesen amamantarse todos los seres misteriosos de la noche. La aurora es más
joven, pero no menos hercúlea y los dos hombres gigantes, cubiertos de pelo, barbados y
severos completan el conjunto. Los caballeros se encuentran sentados arriba, en un vano de
arquitectura; vestidos ambos de emperadores romanos. Julián serenamente, con el cetro en las
manos vuelve el rostro, como si quisiera apartarlo de la visión de su propia muerte; Lorenzo
apoya en la mano su mentón; es el pensativo, il Pensieroso, como un antecedente del gran
Pensador, de Rodin. Este hombre más sereno, parece concentrar en su pensamiento, en la
elegante postura de su brazo derecho, la idea de que bien vale la muerte después de haber
llevado una vida de lujo y de arte. Tiene razón, por más que ni sus obras, ni sus riquezas, ni sus
hazañas hayan podido inmortalizarlo como lo inmortalizó la estatua que puso sobre su tumba
un hombre de mal genio, de quien, en un rapto de mal humor y furia, recibiera de niño un
golpe que le rompiera las narices: Miguel Angel Buonarotti.
MIGUEL ANGEL, ESCULTOR. Detalle de la notable pieza escultórica "Piedad", de Miguel
Angel, que representa a la Virgen teniendo en el regazo a su Hijo. La gracia y la ternura de las
formas se alían aquí a un verdadero refinamiento plástico.