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ARTE - Los discípulos y sucesores de Fidias
LAS ESCUELAS DE LA DECADENCIA
Tres escuelas principales forman la decadencia de esta monumental serie de obras de arte: la
de Pérgamo, la de Rodas y la de Trelles. Debemos a la primera el altar de Zeus y Alena en
Pérgamo, que tiene por tema la Gigantomaquia, o sea la lucha de los gigantes, trabajados en
relieve muy alto y con tendencias a la dramaticidad. La escuela de Rodas produjo los colosos
que se encontraban a la entrada del puerto de ese nombre, que representaban al Sol, y un
mármol que, si no es tan famoso como el de las grandes épocas, no debe olvidarse: El Laoconte,
que se guarda en el Vaticano y fue obra de AGESANDRO DE RODAS y Sus hijos POLIDORO
y HENODORO. Es el Laoconte la expresión más dramática, aunque un poco exagerada y
teatral, del dolor humano, y su contemplación deja una impresión perdurable en el ánimo del
espectador. Menos vigor y más rebuscamiento pueden encontrarse en la gran obra de la
escuela de Trelles que subsiste: el famoso Toro Farnesio del Museo Nacional de Nápoles, obra
de más curiosidad que emoción.
Un grupo de obras famosas pertenece a esta época sin que conozcamos a sus autores; entre
ellas debemos citar el gran Apolo del Belvedere del Vaticano, de serena majestad un tanto
grandilocuente.
El historiador de arte Salomón Reinach marca así los caracteres de las grandes escuelas de
escultura que hemos estudiado:
Escuela de Fidias: fuerza serena. 
Escuela de Praxiteles: gracia lánguida.
Escuela de Scopas: pasión.
Escuela de Lisipo: elegancia soñadora.
Escuela de Rodas y Pérgamo: sufrimiento físico.