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ARTE - El arte barroco
Se conoce con el nombre de arte barroco una modalidad estilística que se produce en Europa
durante el siglo XVII y que luego se prolonga durante casi todo el XVIII, aunque con
modalidades nuevas y nombres diversos, según las zonas en que se desarrolla.
El arte barroco que es por excelencia el estilo del siglo XVII, viene a ser una alteración de las
formas clásicas y, a la vez, una mezcla de diversos estilos anteriores. Se produce así una
manifestación que se presenta de diverso modo, según los temperamentos de cada país. Así el
barroco septentrional es tan frío y mesurado que podría ser el estilo clásico en otros países. Tal
acontece en Inglaterra, en que este estilo es conocido con el nombre de Lily. En Francia el
barroco toma las designaciones de los reyes borbónicos, los famosos Luises XIV y XV. La base
del estilo barroco francés debe verse en la rocaille, que genera el estilo llamado rocoto
(impropiamente llamado rococó, ya que se trata de una palabra italiana), de ornato vegetal
curvilíneo, que se combina en mil manifestaciones diversas. En el estilo Luis XIV, la rocaille es
simétrica casi siempre, es decir, los adornos pueden dividirse por un eje vertical, en tanto que
en el Luis XV la rocaille es asimétrica, es decir, no es igual en los dos lados, sino
caprichosamente diversa.
En Italia el barroco está representado por un gran artista: el Bernini, escultor y arquitecto, que
llena a Roma de monumentos fastuosos y de esculturas dramáticas, en que el revuelo de los
paños se une a la expresión exagerada de los rostros. Cuando el barroco se extrema, incurre ya
en un mal gusto por la exageración de las libertades, y de esta manifestación es otro artista el
corifeo: Borromini.
PLUTON Y PROSERPINA. Bernini fue el típico representante de la escultura barroca, efectista
y complicada, que privó en todo el siglo XVII. (Museo Borghese, Roma)
En Alemania el barroco toma dos modalidades: es en el Norte severo y grave, en tanto que en
el Mediodía es juguetón y travieso como el de cualquier país latino.
En España el barroco sigue un desarrollo de sumo interés: al estilo severo y adusto del Escorial,
sigue, como reacción, una mayor libertad en el empleo de los órdenes clásicos: se alteran éstos
en sus proporciones, se rompen los entablamientos, se edifican frontones rotos, ya horizontales,
ya terminados en espiral; se modifican las formas de puertas y ventanas y se produce una
modalidad nueva en el arte, que tiene sus correspondientes tanto en pintura como en escultura.
Este barroco pasó a América casi con las mismas formas que se han producido en España. El
estilo plateresco, que había dominado a fines del siglo XVI y principios del XVII, dejó su lugar
a esta modalidad que se adaptaba perfectamente al temperamento ardiente y sensual de
América. Durante el resto del siglo XVII y principios del siguiente, las construcciones siguen
esta modalidad y lo mismo la escultura que la pintura se adaptan a ellas, como veremos. En el
siglo XVIII, el barroco español sufre una alteración: exagera sus libertades y se vuelve estilo
puramente ornamental; casi toda la arquitectura puede reducirse a ornamentación escultórica.
La fantasía de los artistas se aguza para producir obras que carecen de sentido constructivo,
pero en las cuales la decoración es riquísima. Este estilo recibe el nombre de churrigueresco,
por creer que proviene de un artista, JOSE CHURRIGUERA. En la actualidad se sabe que no
fue él el principal autor de esta modalidad, pero el nombre hizo fortuna y se ha conservado
para significar algo complicado, absurdo, exuberante. La reacción, en España, fue rápida contra
este estilo, en que sólo se veía la locura y la sinrazón. En cambio, en América, sobre todo en
México, el churrigueresco produce grandes monumentos religiosos que parecen encerrar el
espíritu mismo de los habitantes del Nuevo Continente, que ya se había diferenciado de sus
antecesores españoles. Las grandes iglesias de Tepotzotlán, Tasco, Santa Rosa y Santa Clara de
Querétaro, el Sagrario y la Santísima de México, y el Santuario de Ocotlán en Tlaxcala, se
cuentan, según el crítico inglés Sacheverell Sitwell, entre los más importantes monumentos
barrocos del mundo.
Digamos para concluir que el estilo barroco no es solamente una modalidad arquitectónica. Su
amor por la luz, su tendencia a lo suntuoso tan de acuerdo con la pompa católica a cuyo ornato
se aplica con frecuencia, su gusto por lo patético y su afán por asombrar y sorprender, influye
también en la pintura y la escultura de la época, con distintos matices según los países y las
individualidades artísticas en que se manifieste. Sin embargo, puede ser el denominador
común de todo el arte del siglo XVII, que pasaremos a estudiar en los capítulos siguientes.
Velázquez, Rubens, Rembrandt, cada uno a su modo, han sido pintores barrocos, tanto como
Caravaggio y Zurbarán.