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ARQUITECTURA Y URBANISMO - Del Renacimiento a lo moderno
SIGLOS XVII, XVIII Y XIX
Bajo Enrique IV, asesinado en 1610 (quien, como sus antecesores Francisco II, Carlos IX y Enrique
III, hijos los tres de Enrique II y de la florentina Catalina de Médicis, gobernó Francia), la
Arquitectura se acusa con la sobriedad y severidad exigidas por el protestantismo. A partir de su
muerte, los estilos franceses se agilizan y se vuelven personales.
El Luis XIII, frío no obstante sus esculturas, con órdenes colosales a veces, alternando piedra y
ladrillo en los muros y aplicando pizarra en los techos se brinda en la Sorbona y en el palacio del
Luxemburgo, ambos de París.
El Luis XIV, contemporáneo de la fundación de la Academia de Bellas Artes, con ventanas servidas
ya por la madera; con sus balcones salientes sobre consolas de piedra, cerrados por antepechos en
hierro forjado; con sus techos de pizarra quebrados a la mansard (creados por Francisco Mansard);
con sus ojos de buey entre consolas invertidas; con sus columnas abarcando varios pisos: y con la
repetición de soles y flores de lis alusivas al gran Borbón, acusa una severa y contenida dignidad. El
palacio de Versalles y en el Louvre la columnata de Perrault, un médico que ofició de arquitecto, lo
certifican.
El Luis XVI representa, pasada la etapa barroquista rococó de la Regencia y de Luis XV, la vuelta al
gusto académico. Con uso frecuente de los órdenes: enriquecido de guirnaldas variadas, hierro
forjado y aplicaciones decorativas desenvueltas entre juegos de rectas, sus ejemplos importantes
son la Escuela Militar y el Panteón, en París, y el Pequeño Trianón, en Versalles.
Luego de la gran revolución (1789) cuyo crimen en arte fue atacar la obra gótica, y pasado el
momento Directorio, Napoleón I dará ocasión a que, con algo aportado de los escombros hechos en
Pompeya (gobernando en Nápoles su cuñado Murat), se organice el estilo Imperio. Los arcos de
triunfo en las plazas de la Estrella y del Carrusel, la iglesia de la Magdalena y la columna Vendóme
(inspirada en la de Trajano), monumentos todos de París, pertenecen a la época.
Mientras tanto y después, Francia inclusive, hasta la aparición de la técnica del hierro, Europa lleva
a cabo arquitecturas que con la repetición clásica, el influjo romántico o el gusto ecléctico dejarán
profundas huellas. Entre muchos arquitectos notables Garnier construirá el teatro de la ópera, en
París; y Schinkel el palacio Charlottenhof, de Potsdam, en los alrededores de la destruida Berlín.