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ARQUITECTURA Y URBANISMO - Del Renacimiento a lo moderno
FRANCIA
Producto del influjo italiano, el Renacimiento francés, extendido entre 1520 y 1590, recibe aportes
flamenco-borgoñones. Con fustes interrumpidos por tambores salientes (columna francesa), con
encadenados de piedra, entre superficies de rojo ladrillo; y con ventanas rectangulares cruzadas
por parteluces de piedra, esta arquitectura suele referirse, en particular, al gobierno de los reyes
Luis XII, Francisco I y Enrique II. Epoca de los castillos famosos del Loira, su primer capítulo se
considera como de transición gótico-renacentista y repite, como una marca de su decoración, el
puerco espín, símbolo del rey. El segundo capítulo, ya renacentista preciso, que contó con la
colaboración de los arquitectos italianos Serlio y Primaticcio, usa como emblemas reales la
salamandra y la letra F. En la tercera la inicial FI (de Henri) aliada a juegos de medias lunas
entrelazadas, alusión a Diana de Poitiers, favorita real, constituye un detalle distintivo.
Son ejemplos notables de castillos el de Amboise (Luis XII); y los de Chambord y Blois (Francisco I).
Ejemplo fino del estilo Enrique II lo ofrece un tramo del palacio del Louvre, en París. Obra del
arquitecto Pedro Lescot.
FLANDES Y ALEMANIA
El país de Flandes ofrece por aquel entonces bellos ayuntamientos, como los de Bruselas y Lovaina.
Alemania, donde sobrevive firmemente lo gótico, acepta, no obstante, con los servicios de
arquitectos italianos, el gusto meridional. El Belvedere de Praga, en Bohemia, y el castillo de
Heidelberg (1545-1601) constituyen nobles muestras de este renacimiento.