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ARQUITECTURA Y URBANISMO - La Arquitectura en sus fuentes
EGIPTO
La arquitectura egipcia se organizó con miras a la eternidad. Sus formas sencillas, y sus siluetas a
escarpa, tan típicas en las pirámides, erigidas en piedra sobre un suelo extraordinariamente seco,
alientan tal supuesto. Su típico gigantismo y el espesor de muros y diámetros de columnas
imprimen un sello inconfundible a sus monumentos solares. A su vez, los otros, rupestres, y los
hipogeos, oscuros y con aspecto de misterio, ayudan a caracterizar la construcción general, que en
lo decorativo copió formas vegetales y animales; y se enriqueció al incorporar a los muros la
escritura jeroglífica, rica y variada en signos.
En las tumbas egipcias, los cadáveres momificados y encerrados en sucesivos ataúdes, se alojan en
mastabas, pequeños troncos de pirámides de planta rectangular; o en pirámides, las más a cuatro
faldones, otras escalonadas, o de más excepcionales formas, obras todas corrientemente ejecutadas
en piedra y, excepcionalmente, en ladrillo.
Conocida es la pirámide escalonada en ladrillo del faraón Zozer, correspondiente a la tercera
dinastía; y más aun las grandes pirámides a faldones, en Gizeh, próxima a la antigua Menfis, obra
de los reyes de la cuarta dinastía llamados Queops, Quefrén y Micerino. La primera, de 146 metros
de altura, cubre cinco hectáreas de terreno y su volumen se calcula en 2.560.000 metros cúbicos de
piedra; las otras dos cuentan con 144 y 66 metros de altura, respectivamente.
Las tumbas descritas, de tipo solar, se desenvuelven con un programa de capillas, salas, pozos y
corredores complicados; similares a ellas son los hipogeos, obras subterráneas, de las cuales el de
Tut-ankh-amon, descubierto hace un cuarto de siglo, despertó gran interés.
Para honrar a sus múltiples dioses erige Egipto templos solares, que van desde su solución sencilla,
tal el del dios Khons, en Karnak, hasta su ejecución magnificada en los llamados conjuntos. De
estos Karnak y Luxor (antigua Tebas) representan los casos de mayor grandeza. En sus interiores —
patios porticados, salas de columnas (hipóstilas) y santuario— lucen esculturas, obras de bulto y
distintos tipos de relieves; y finalmente, pinturas y jeroglíficos. Su composición se sirve de pilares y
columnas, de formas geométricas las primeras e inspiradas por la flora —palmeras, papiros, lotos—
las segundas. Y el todo va precedido por una fachada descomunal (pilono) a cuyo frente aparecen
grandes esculturas (colosos), un par de agujas de piedra (obeliscos) y se desarrolla una avenida de
acceso (dromo) limitada por esculturas de leones con cabezas humanas o de carneros (esfinges).
También algunos templos fueron trabajados en la roca viva (speos): tales los afamados de
Ipsambul, obras del faraón Ramsés II.
Frente a las construcciones funerarias y religiosas de Egipto, aparecen como insignificantes sus
fortalezas, sus casas y sus palacios.