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ARQUITECTURA Y URBANISMO - La etapa moderna
Cicerón (siglo t a. de C.), definió la Arquitectura como "el arte de fabricar con firmeza,
conveniencia, hermosura y proporción".
A veinte siglos del gran orador romano la Arquitectura moderna ratifica aquella su antigua
definición. En ella, las técnicas nuevas conquistadas por los ingenieros y las nuevas formas
explotadas por los arquitectos hacen el gusto sencillo de la obra actual: inyección de savia joven en
el viejo árbol de la Arquitectura, agostado por una estilística caduca.
Así, el edificio nuevo que nos sale al paso con volúmenes claros, planos sin complicaciones y líneas
esquemáticas, define su composición exterior. Mientras en su interior —serenidad y comodidad a la
vez— la vista descansa en las paredes lisas, la luz diurna inunda los ambientes a través de las
accesibles ventanas apaisadas, la iluminación nocturna se logra indirecta y reflejada; y la atmósfera
puede regularse en su composición y temperatura. A su vez el moblaje, a tono con lo principal,
asegura la unidad del conjunto.
Todo ello ha supuesto un progreso extraordinario en sus resultados y rápido en su conquista, cuyo
teatro de acción ge el hemisferio occidental: Europa y América.
En Inglaterra, el hierro comienza a aplicarse, como sostén, en construcciones de fines del siglo
XVIII. Fundido, se emplea primero en los puentes, luego en la construcción civil. El siglo XIX
extenderá a Estados Unidos el uso del hierro fundido, reemplazado al tiempo por vigas y columnas
de acero laminado en los edificios denominados de esqueleto.
En Londres, José Paxton construye el "Crystal Palace" (1851); en París, Boileau y Eiffel edifican "Au
Bon Marché"; este último, para la exposición de 1889 erige la torre que lleva su nombre, de 295
metros de altura, servidos por 1.710 escalones; y en Viena, Otto Wagner da los primeros pasos en la
arquitectura moderna.
Mientras tanto comienzan los ensayos de la técnica del hormigón armado, a cuyo inventor, el
jardinero José Monner, es justo recordar.
A la vez que tales progresos se lograban en Europa, los Estados Unidos, en América, iniciaban dos
actividades notables: la ejecución de grandes puentes colgantes y la construcción de rascacielos
(skyscrapers) a esqueleto.
Entre los puentes recordemos el de Brooklyn (Nueva York), de 1868, y el Golden Gate (San
Francisco de California), cuyo tramo mayor tiene una luz libre de 1.400 mts. (terminado en 1937).
El rascacielos supone dos escuelas: Chicago y Nueva York. La primera, fundadora, la segunda,
continuadora. El primer rascacielos ge el "Home Insurance Company" (1885). De Chicago forma
parte Luis Sullivan un precursor en edificación descomunal verticalista. Nueva York se incorporará
después a esta corriente constructiva, que, por último, desemboca en una competencia entre
industriales neoyorquinos. Construí-do el "Tower Building" y el "Manhattan Life Insurance
Company" a fines del siglo pasado, la carrera de emulación alcanzaría a sobrepasar alturas,
erigiendo los edificios "Woolworth", 1912 (270 metros), "Chrysler", 1930 (320 metros) y "Empire
State", 1931 (374 metros).
Pero, afortunadamente, no paró en sólo ese progreso de altitud el esfuerzo americano. Se aplicó
también a realizar obras en hormigón armado y no olvidó la vivienda. Mencionaremos un nombre:
Frank Lloyd Wright. Proyectista de originalidades, constructor verticalista en el Japón, urbanista
autor de The disappearing city (La ciudad que desaparece), y respetado por la crítica europea,
realizó magníficas villas.