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ARQUEOLOGIA - El Neolítico en Europa
LAS HACHAS DE MANO Y LA CERAMICA
Debemos agregar que Jacques de Morgan, en un estudio hoy clásico, ha mostrado la
complejidad de las formas del hacha de mano en Europa, que no sólo varía según los tiempos
sino también según las regiones, precisamente a partir del Neolítico: sus lados redondeados la
caracterizan en Inglaterra y Francia; en toda Escandinavia, Finlandia, Norte de Alemania e
islas del mar Báltico es tallada y pulida en los borfíticos hoy existentes en la India y Malasia.
Uno de los más amplios del Neolítico, el de Robenhausen, en el lago suizo de Pfaefikon, estaba
unido a la orilla por un puente de casi dos kilómetros de largo y cubría una superficie de más
de dos hectáreas. Las villas lacustres suizas de ese tipo continuaron en uso hasta la segunda
fase de la época de Hallstatt. Su abandono pudo deberse, ya a invasiones celtas de Suiza, ya a
modificaciones de las costumbres.
CERAMICA DE LOS HABITANTES DE LOS PALAFITOS. La que aquí vemos proviene de
Leibach: 1 y 4, cántaros con asas verticales y decoración geometrizante, con predominio de
cruces y guardas; 2 y 3, figulinas antropomorfas vestidas. Según Almagro.
Otra prueba del carácter local de las culturas neolíticas se nos ofrece por la diversidad de las
formas de entierro. El culto a los muertos se presenta por doquier, pero esta unánime
preocupación religiosa tiene muchas formas de expresión diferentes, desde el simple hoyo
directamente practicado en la tierra —menos frecuente en Francia que en Alemania—, hasta la
construcción de verdaderas tumbas a veces bastante complicadas, pasando por el empleo de
las cavernas como lugares sepulcrales. Donde no las había, los neolíticos construyeron abrigos
artificiales, especie de verdaderos hipogeos, constituidos por una o dos cámaras, abiertos
especialmente en los yacimientos de tiza. En Francia, Turingia, Prusia occidental y otras
regiones europeas se empleó la incineración (de la cual no hay huellas, sin embargo, en
Inglaterra, Italia ni Suiza). También prosiguió la costumbre paleolítica del entierro en dos
tiempos, dejando descansar los huesos en una sepultura inicial, y procediendo luego a su
entierro definitivo. Tal costumbre rige desde Inglaterra a Rusia en un área particularmente
extensa.