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ARQUEOLOGIA - La Edad de los Metales en América
Otro es el problema en cuanto se relaciona con América. Aquí no podemos dividir, como en
Europa, las edades metalúrgicas en la del Bronce y la del Hierro. Hay un hecho fundamental
que nos lo impide: el hierro fue conocido en América sólo después del descubrimiento de
Colón. Por ello algunos autores —basándose subsidiariamente
en el hecho de no poder
establecerse cronología diferencial alguna entre el empleo del cobre y el de los demás
metales—proponen substituir la Edad del Bronce europea por una denominación más amplia:
la Edad de los Metales.
PLANTEAMIENTO GENERAL DEL PROBLEMA
La observación de un mapa en el cual se señalen las zonas de distribución de los yacimientos
de cobre y de estaño de las Américas, y su confrontación con otro mapa etnográfico en el que
se establezca el área de las grandes culturas primitivas americanas, permitirá observar en
seguida la superposición, casi absoluta, del uno y del otro. En efecto, salvo alguna esporádica
presencia de yacimientos de aquellos metales en Groenlandia, la península del Labrador o la
zona media de la costa atlántica de los Estados Unidos, así como en América del Sur, de algún
otro yacimiento aislado en el interior de la región amazónica o en la
costa meridional del
Brasil, la inmensa mayoría de los mismos se concentran siguiendo la línea orográfica vertebral
de América, sobre la cual se insertan las culturas andinas. Esa vasta sucesión de cultura —esa
"cordillera de las altas culturas", como la llama Graebner —que comprende a aztecas (con sus
predecesores, los hipotéticos toltecas y los seguros chichimecas), mayas, ístmicos, chibchas,
incásicos (con la serie de las civilizaciones preincaicas), omaguacas, diaguitas (y los otros
posibles agregados culturales del Noroeste argentino), se escalona, toda ella, de Norte a Sur, a
través del territorio medio de las tres Américas, en coincidencia perfecta (y no demasiado
sorprendente) con las posibilidades de obtención del mineral en que se basa, con preferencia,
su industria metalúrgica.
Naturalmente, esto no significa que América no haya producido magníficos especímenes de las
industrias del oro y de la plata. Los grandes centros metalíferos primitivos fueron, pues, en
líneas generales, México, América Central, Colombia y el vasto Perú prehispánico. Basta
recordar a la numerosa y muy valiosa serie de los cronistas de Indias, para darse cuenta de la
magnitud y magnificencia de los trabajos en aquellos metales preciosos. Las descripciones de
los botines de guerra de un Hernán Cortés o de un Francisco Pizarro, son suficiente para
.
ello.
Pocos ejemplos bastarán para ilustrar definitivamente sobre ese punto, a los que cabría agregar
algunas monografías modernas.