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ARQUEOLOGIA - La Edad del Bronce en las regiones del Mediterráneo
EN TROYA
La ubicación de esta isla en un recodo estratégico del Mediterráneo, la muestra, históricamente,
en el papel de relación de las culturas asiáticas y europeas que ha tenido desde la antigüedad.
Schliemann (y luego Dürpfeld), después de casi un cuarto de siglo de estudios, ha podido
mostrarnos la sucesión de los estratos culturales allí existentes. Esta sucesión cultural se
muestra en este lugar tan perfecta, que ha podido mantenerse como un ejemplo, hasta nuestros
días, de la evolución de la cultura en aquella isla. Los primeros estratos corresponden al
Neolítico final, y cronológicamente pueden ser situados en una época aproximadamente
contemporánea con la de las primeras dinastías tinitas (años 3315 a 2895, según Meyer y 4186 a
3642 a. de J. C., según Borchardt). Esta gran antigüedad revela que la cultura troyana es muy
remota, pues no tenemos ningún indicio cierto de que en la Mesopotamia existiese, por
ejemplo, ninguna ciudad babilónica.
INSTRUMENTOS DE TROYA. Hachas de piedra pulida, para enmangar, y fíbulas de bronce
(de la primera Edad de este metal), halladas en las ruinas de la segunda a la quinta ciudad
superpuestas en la colina de Hissarlik. Según Hoernes.
El estrato más antiguo en el que ya aparecen establecimientos urbanos corresponde a
comienzos de la Edad del Bronce. Estas ruinas, aunque de muy cortas dimensiones, sólo han
sido investigadas en una pequeña parte. El instrumental lítico está compuesto, en cuanto a
objetos de mayor tamaño, de hachas y martillos; entre los más pequeños encontramos cuchillos
y sierras. La piedra empleada es el sílex u otras aun más blandas. La cerámica está hecha con la
misma técnica de los vasos del Neolítico cretense. Son moldeados a mano y cocidos
directamente al fuego, sin horno especial. Este pobre estadio cultural se prolonga hasta el final
de la quinta dinastía de Egipto y del reinado de Sargón I en la primera y floreciente Babilonia.
En el estrato siguiente, aparece ya la Edad del Bronce. Las muestras del instrumental lítico
perduran y se amplían con ídolos en forma de tablero o de caja de violín y sellos cónicos, que
reflejan influencias babilónicas. Otro instrumento lítico nuevo son algunas magníficas hachas y
martillos, de gran tamaño y riqueza ornamental. Tanto estas condiciones, como los materiales
líticos especiales y extraños de que estaban hechas dichas piezas y su acumulación con otros
objetos de adorno en un edificio contiguo a la muralla, han hecho considerarles como
elementos ceremoniales o distintivos de poder.
VASIJAS DE TROYA. Junto a los vasos metálicos, de los que se halló gran cantidad, se
obtuvieron en las mismas ciudades superpuestas en la colina de Hissarlik estas piezas de
cerámica modelada antropomorfa con tapa y asas rudimentarias. Según Hoernes.
La cerámica muestra formas también nuevas: urnas antropomorfas, vasos con asas funiculares,
vasijas zoomorfas o globulosas, copas altas con amplias asas ventrales. Además aparece la
tapa, como complemento de algunas de las piezas. La decoración es de dos tipos: incisa o
modelada. Las primeras presentan la ornamentación por medio de incisiones realizadas con
líneas o puntos. Las segundas tratan de sugerir, grotescamente, figuras antropomorfas o
zoomorfas. No existe cerámica pintada. El conjunto de esta alfarería adolece de rusticidad,
pesadez e inelegancia. Los objetos de cobre muestran una adición de ocho o diez por ciento de
estaño. Se trata de hachas, puntas de lanzas, puñales, agujas con uno o dos ojos terminales, etc.
Hermosos vasos de oro y de plata —entre los cuales el poético Schliemann creyó que le era
dable reconocer el tesoro homérico de Príamo— revelan un comienzo de lujo primitivo.
Un nuevo periodo más cercano a nosotros, puede señalarse más tarde en un estrato que desde
el punto de vista arqueológico no revela modificaciones especiales. Entonces, la Troya
homérico micénica aparece con su cortejo de objetos de piedra; su cerámica, ya importada o ya
local, netamente de estilo cretense, y sus armas de bronce. Finalmente, un estrato cultural
distinto nos revela la presencia de elementos tracios, caracterizados por la aparición de armas
diferentes y de una cerámica con depresiones o abolladuras hechas a mano. A esta etapa de
baja cultura la eclipsa, por último, la de la dominación helénica, que lleva hasta esta isla el
esfuerzo expansivo de la Magna Grecia.