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ARQUEOLOGIA - La Edad del Bronce en las regiones del Mediterráneo
ARQUITECTURA TROYANA: LAS CIUDADES SUPERPUESTAS
Estas evoluciones culturales —como en el caso de Grecia— se manifiestan también de manera
muy reveladora en el terreno de la arquitectura. La primera ciudad de Troya estaba edificada
sobre el suelo de una colina, que fue paulatinamente rellenándose con los residuos naturales y
culturales que formaron una amplia capa, de la cual Schliemann y Dórpfeld extrajeron sus
materiales reveladores. Esa primera ciudad era, según ya sabemos, de muy reducidas
dimensiones y los pobladores de la segunda voltearon sus últimos vestigios para aplanar el
terreno. Esto ocurrió entre los años 2500 a 2300 a. de J. C., es decir, hacia el final de la séptima
dinastía egipcia. La nueva ciudad fue construida con grandes ladrillos de barro sin cocer. Estos
materiales deleznables exigían la erección de grandes y espesos muros que compensaran la
debilidad del material. Por ello, también, las casas debían ser grandes y en reducido número,
pues la ciudad (o lo que, un poco abusivamente, así se denomina) no tenía más de cien metros
de anchura.
Por tres veces fue destruida y por otras tres volvió a levantarse sobre las ruinas informes de las
anteriores. Estas forman una gruesa capa de barro cocido, mochada por el instrumental
arqueológico. La última vez las puertas se convirtieron en portadas y se edificó el "megaron" o
sala magna con pórtico, de que nos habla el relato homérico. La destrucción de estas
construcciones, por medio o a consecuencia de un incendio, hizo que sobre sus ruinas se
levantaran tres pequeñas aldeas campesinas, con diminutas casas de piedra o de ladrillo.
Luego se erigió la quinta ciudad, dotada de una muralla de defensa. Esta etapa revela un
atraso cultural evidente.
Hacia el 1500 a. de J. C., la sexta ciudad está en pleno florecimiento. Es la que en los poemas de
Hornero recibe el nombre de Pérgamo y se dice que está habitada por príncipes ricos y fuertes.
Poseía una muralla reforzada por grandes torres y hermosas casas de piedra tallada. Su
magnitud había ido creciendo, lo que impedía proseguir con el costoso y difícil aplanamiento
del terreno. La colina era más ampliamente aprovechada y la edificación seguía el desnivel
natural, con construcciones escalonadas. Las casas mismas habíanse ampliado y diversificado:
poseían grandes salas, a veces suntuosamente decoradas. La tradición explica que una
expedición de Micenas la destruyó. Hornero atribuye esa destrucción a los aqueos y la sitúa en
el año 1184 a. de J. C.
Cuando los invasores se retiraron, los pobladores troyanos rehabilitaron los edificios menos
destruidos y continuaron habitando sobre las ruinas de su ciudad abierta. No reedificaron ni
murallas ni torres, acaso por haberles sido impuesta esta condición para la retirada de sus
vencedores. Un sordo rencor debió agitar sus corazones en contra de los enemigos distantes,
pues las artes y las técnicas micénicas fueron siendo poco a poco abandonadas. La séptima
ciudad muestra, más bien, otra influencia extranjera, la de los tracios, según ya dijimos. Por
último sobrevino la griega, pero sin que Troya alcanzara importancia urbana, quedando sólo
en la situación de un apenas mediano villorrio rural. Sólo con los emperadores romanos de la
dinastía Julia, Troya fue reedificada, pero esta vez no como ciudad militar, sino más bien como
templo y acrópolis.