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ANTROPOLOGIA - Los primates: monos y hombres
EL MEGANTHROPUS
Con posterioridad a todos estos hallazgos, y ya con fecha muy próxima a la nuestra, nuevos —
e igualmente extraordinarios— hallazgos se han verificado en Java, isla que parece
predestinada a ser escenario de cosas inusitadas en el terreno de la arqueología prehistórica.
En efecto, en 1941, el doctor Ralph f. van Koenigswald, paleontólogo holandés, encontró el
maxilar inferior y varias piezas dentarias de un ser durante excavaciones que realizó en el
curso del año 1941. Sus investigaciones fueron interrumpidas por la ocupación japonesa de la
isla. Ello no obstante, pudo hacer llegar sus hallazgos al doctor Franz Weidenreich, del Museo
de Historia Natural de Nueva York, juntamente con algunos vaciados en yeso que había
conseguido preparar y una breve descripción teórica del ser al que pertenecieron.
Esto es cuanto posee el especialista norteamericano, quien, sin embargo, no se ha detenido en
punto a hipótesis alucinantes. Según él, aquel ser es aun más antiguo que el Pithecanthropus.
Más, todavía, aunque de aspecto humano fue su precursor. Lo que saltaría más a la vista sería
su gigantismo. De ahí su nombre de Meganthropus (hombre gigante). Anatómicamente se
separa netamente del grupo de los simios fósiles y se aproxima más al Pithecanthropus que
cualquiera de los monos primitivos del grupo de Siwalik, que estudiamos en otras páginas.
Para Weidenreich este gigante javanés era "tan grande que el Pitecantropo, el hombre de Pekín
y el hombre de Heidelberg resultan, comparativamente, haber sido meros enanos". Habría
sido, pues, "un ente claramente humano" y, sin duda alguna, más adelantado que cualquiera
de los simios que vivieron en la misma época que él.
Los datos que poseemos son aún muy vagos. Los hallazgos parecen no provenir de
excavaciones, propiamente dichas. El doctor van Koenigswald habría encontrado, en el curso
de un viaje, un extenso banco de piedras suaves y desgastadas del que afloraban algunos
fósiles. Los recogió y destacó luego grupos de nativos para que recogieran, después de cada
lluvia. los materiales óseos que iban apareciendo. fue entonces cuando comenzaron a surgir
huesos humanos, cada vez de mayor tamaño. Los del nivel inferior eran ya tan desmesurados,
que debieron pertenecer a seres que tuvieran una talla de cerca de tres metros y pesaran casi
trescientos kilos. El doctor Koenigswald supone que ese enorme peso hizo que el hombre se
viera obligado a abandonar su vida arborícola y se instalara sobre tierra firme, dejando los
árboles, que ya no podían sostenerle. Y que ello le obligó, asimismo, a elaborar sus primeros
instrumentos de piedra para la defensa. Es innecesario agregar que —dado el carácter
inusitado de estas revelaciones y su poca base probatoria—, lo más cuerdo será esperar nuevas
investigaciones que nos hagan saber si el Meganthropus es un ser real o una creación de la
fantasía paleontológica (que suele ser bastante despierta).