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ANTROPOLOGIA - Los primates: monos y hombres
LA MARCHA ERECTA
Pero la marcha erecta es lograda, en el hombre, especialmente por las curvaturas de su
columna vertebral, que sufre una curiosa e interesante transformación durante el proceso de
maduración del feto. En éste, como en los recién nacidos, no hay más que dos curvaturas. Sólo
más tarde, por el ejercicio, la mar• cha que el niño aprende entre el primero y el segundo ario
de su vida, y la permanencia de pie, la columna vertebral va sufriendo profundas
modificaciones estructurales, de manera que logra las cuatro curvaturas que caracterizan al
hombre: la cervical, la dorsal, la lumbar y la sacra. Estas curvaturas, cóncavas hacia delante o
hacia atrás, se neutralizan entre sí, de manera que permiten la posición erecta que es otra de las
conquistas propias del hombre.
Ningún simio, por evolucionado que sea, logra la posición erecta, permanente y perfecta, que
caracteriza a los humanos. Su marcha es pesadamente inclinada hacia delante, ya con la
presteza y nerviosa agilidad de los pequeños monos, ya con el bamboleo penosamente
inseguro de los grandes antropomorfos. El complemento de aquella estación erecta es, en el
hombre, la forma que ha alcanzado su pie. En algunas tribus de primitivos actuales, africanos
o americanos, el pie conserva, por obra de la vida en estado de naturaleza, algo de la función
prensil que le fue propia: el cazador levanta sus flechas o sujeta su arco con los pies, por
ejemplo. Pero en los centros en que rige la civilización occidental tales características se han
perdido totalmente. El uso permanente del calzado ha deformado los pies, restándoles las
últimas capacidades de juego prensil, aunque en otros sentidos haya quizá proporcionado al
hombre una sustentación más firme y más alejada de peligros.
LA POSICION ERECTA Y LA INCLINADA. Los dos diseños, de un hombre y de un gorila,
muestran la diferente manera de inserción de la cabeza en la extremidad superior de la
columna vertebral y las distintas curvaturas que ésta presenta en el hombre y en el simio.
Ambas circunstancias determinan, en el primero, la posibilidad de alcanzar la posición erecta
normal, en tanto que en el gorila determinan una fuerte inclinación hacia delante.