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ANTROPOLOGIA - Los hombres fósiles del Neolítico
La dolicocefalia (cabeza alargada) es una de las más notables características del Paleolítico.
Sólci al final, en el aziliense —verdadera transición entre este período y el Neolítico— aparecen
los primeros braquicéfalos, así como formas intermediarias, reveladoras de mestizajes entre los
nuevos pobladores y la masa poblativa antigua. Esto puede notarse muy bien en los hallazgos
realizados por Schmidt, en Ofnet (Baviera) . Dos fosas, en el interior de una gruta, contenían
sendas sepulturas colectivas. La más grande, 27 cráneos; la más pequeña, 6. Todos ellos
estaban colocados concéntricamente, muy cerca los unos de los otros, con las caras vueltas
hacia el Poniente. Todos conservaban sus mandíbulas y muchos de ellos estaban adornados
con conchillas agujereadas y caninos de ciervos. En algunos casos esos cráneos conservaban
adheridas algunas vértebras cervicales, pero no se hallaron, en ningún caso, muestras de las
vértebras inferiores ni de otros restos esqueletarios. Schmidt interpretó esta ausencia como
consecuencia de ritos funerarios. Lo más extraordinario de estas extrañas sepulturas era la
mezcla de formas dolicocéfalas, intermedias y braquicéfalas a que antes se ha aludido. Los
índices cefálicos variaban de 70 a 89, lo que da la medida exacta de la diversidad profunda
existente.
SEPULTURA FEMENINA, En una cámara sepulcral del tipo común en los Altos Alpes se
encontró esta dama del segundo período del hierro, adornada con collares de cuentas vítreas o
de ámbar, fíbulas, pulseras y objetos de uso diario.
LOS DOLICOCEFALOS
Los dolicocéfalos son de cara alargada, de cráneo armónico, muy superiores,
morfológicamente, a los hombres de CroMagnon. Para algunos autores son representativos del
que luego se llamara Homo mediterraneus; los braquicéfalos representarían a los más antiguos
individuos conocidos del grupo del Homo alpinus. Los hallazgos realizados en los
"kjokkenmoddings" dinamarqueses, nos dan, a su vez, los elementos representativos del
último gran grupo europeo, el del Homo nórdicas. En efecto, las poblaciones europeas actuales
descienden, en su casi total integridad, de los tres tipos señalados: el mediterráneo, el alpino y
el nórdico. Dentro de ellos existen algunas diferencias locales. Tal es el caso de lo evidenciado
por los hallazgos antropológicos verificados en los basureros de Muge, en Portugal, estudiados
por de Paula y Mendes
Corréa. En este yacimiento han sido señalados dos tipos
antropológicos bien diferenciables. Uno, dolicocéfalo, de calota elevada y de cabeza pequeña.
Su talla de 1,60 mts. lo coloca entre los pueblos más bien bajos. Otras características lo vinculan
con prenegroides, con preetíopes y preaustraloides. El otro tipo es braquicéfalo, con alguna
influencia mogoloide. De ambos, el primero es el más numeroso, revelando ser el antiguo
poblador. El segundo constituye el invasor nuevo.
Tanto el hallazgo de Ofnet como el de Muge demuestran la existencia de una masa poblativa
originaria de dolicocéfalos y la aparición de un factor poblativo nuevo, intrusivo y menor en
número, de braquicéfalos. La distancia territorial enorme entre ambos yacimientos, situados
respectivamente en Baviera y en Portugal, demuestra que este fenómeno ha debido repetirse
en toda Europa, con variantes naturales de detalle, ya en las circunstancias de la invasión, ya
en la época en que ésta se ha verificado. Debernos esperar, pues, nuevos hallazgos
ratificatorios, que permitan establecer los nexos necesarios para poder estudiar el problema
más detalladamente y valorar, con más exactitud, su importancia de conjunto.
LOS BRAQUICEFALOS
En Francia, en el Hérault, la mestización de hombres de CroMagnon con braquicéfalos ha sido
estudiada por Mayet; en el Marne, por de Baye; en Landes por Lartet, ChaplainDuparc y
Hamy; en Mónaco, por Verneau. En Bélgica los hallazgos de Prunieres, de Houzé y Fraipont,
han dado los mismos resultados. En España, Siret y Jacques han distinguido el mismo
fenómeno en el sudeste español, en donde se advierte la presencia de cuatro tipos: el de
CroMagnon, el de los vascos españoles, cuya antigüedad parece muy grande, y dos
braquicéfalos, uno de carácter local y el otro igual al tipo portugués de Muge. En Italia hay
localidades en que hasta llega a notarse un marcado predominio de los invasores
braquicéfalos.
Otro tanto ocurre en la Europa central. En Suiza la invasión parece haberse producido desde
muy antiguo, pues en los pisos neolíticos más arcaicos hay un predominio casi exclusivo de los
braquicéfalos. Es muy curioso notar que este predominio disminuye —a la inversa de lo que
ocurre en toda Europa— cuanto más nos acercamos a la Edad del bronce, para lograr un
predominio de los dolicocéfalos al entrar en ella. En Alemania se vuelve a encontrar una
mayor frecuencia de poblaciones dolicocéfalas. Hungría y Checoeslovaquia muestran el
cuadro más frecuente: poblaciones dolicocéfalas al comienzo del neolítico, con tendencia
progresiva a su desaparición ante el avance de braquicéfalos, que realizan una invasión bien
marcada de las regiones montañosas hacia las llanuras.
Si continuamos el examen por la Europa oriental llegamos a otras conclusiones. En Polonia y
Ucrania hay marcado predominio de dolicocéfalos muy altos. Cuanto más se marcha hacia el
Norte y el Este mayor es el índice de frecuencia de las poblaciones de este tipo. Los estudios de
Bogdanov demuestran que el substractum poblativo de Rusia está formado por dolicocéfalos
tan pronunciados como los suecos, noruegos y dinamarqueses, constitutivos del tipo ideal del
Homo nordicus. Como en muchas otras cosas, Inglaterra, por su condición insular, constituye
una excepción. Durante todo el período neolítico no existen allí más que poblaciones
dolicocéfalas, de talla pequeña y cara larga, probablemente vinculadas al tipo general de
Homo mediterraneus. Hay que esperar hasta la aparición de la Edad del bronce para que
aparezcan, en las Islas Británicas, hombres braquicéfalos. Se advierte claramente que la
condición insular ha retardado la invasión de estos últimos, preservando la pureza del viejo
tipo poblativo, así como, probablemente, la de sus usos y costumbres.
HOMBRE NORDICO TRABAJANDO LA TIERRA. La agricultura nace en el Neolítico. Esta
representación primitiva sueca muestra la faena de arar.
CARACTERIZACION DE LOS TRES TIPOS HUMANOS NEOLITICOS EUROPEOS
El hombre blanco forma en Europa, desde el período Neolítico, tres grandes tipos, según se ha
visto: el nórdico, el mediterráneo y el alpino. Los dos primeros son dolicocéfalos; el último es
braquicéfalo. Los tres, en su conjunto, constituyen el Homo sapiens albus. La distinción de los
tres grupos ya citados es debida al antropólogo sueco Retzius. En la actualidad el tipo nórdico
—de cráneo dolicocéfalo, cara larga y estrecha, nariz pequeña y aquilina, ojos azules, cabellos
rubios, piel rosada y alta talla—está expandido por el norte de Europa, costas del Mar del
Norte, del Báltico, Escocia, norte y este de Inglaterra, este de Irlanda, Holanda, y en islotes en
Bélgica, la cuenca del Sena y Normandía. Partes de este gran núcleo racial han recibido
distintas denominaciones, según los autores: raza teutónica o germánica, raza kymrica, etc.
El segundo tipo dolicocéfalo, de cara larga y estrecha, nariz larga, ojos y cabellos oscuros, se
encuentra extendido en la actualidad por Portugal, España, sur de Francia, Córcega, Cerdeña,
Sicilia, Italia central y del sur, Grecia y costa norte del Africa. Pequeños islotes de esta gran
familia se hallan en la costa oeste de Inglaterra, especialmente en el país de Gales, y en la costa
oceánica de Francia. También partes de este tipo racial, recibieron denominaciones especiales:
rama mediterránea, hombre meridional, raza iberoinsular. El tipo correspondiente a la raza
alpina —caracterizado por su braquicefalia, su rostro ancho y redondeado, nariz más bien
ancha, ojos castaños y cabellos negros o castaños, de pequeña talla— tiene un área de
distribución que lo muestra penetrando como una cuña entre las masas poblativas de los otros
dos. En efecto, ocupa actualmente la mayor parte de Rusia, de los Balcanes, de Bohemia, Suiza,
los Alpes, la Italia del norte, el centro de Francia, la Bretaña, y la costa vasca.
Los antropólogos han dividido a estas poblaciones, adjudicándoles nombres diversos: razas
occidental, céltica, celtoeslava, armenoide, laponoide, etc. Un antropólogo napolitano,
GiuffridaRuggieri, ha dado denominaciones especiales a las tres grandes razas: nórdica,
mediterránea y alpina, de que estamos tratando. Según su nomenclatura, un tanto solemne,
ellas pertenecen a tres conjuntos de hombres: Homo Indoeuropaeus dolichomorphus nordicus,
Homo Indoeuropaeus dolichomorphus mediterraneus, Homo Indoeuropaeus brachymorphus
alpinus. Como se ve, la única modificación de GiuffridaRuggieri consiste en la incorporación al
nombre de la condición de dolicocefalia o de braquicefalia, distintas. El resto no es más que
una presuntuosa traslación al latín de los términos comunes y habituales de las lenguas
romances.
En contra de ciertos prejuicios raciales, que han tenido una nefanda y deletérea acción en la
política y en la vida del mundo, basta la somera indicación anterior, respecto de las áreas de
distribución de las tres grandes ramas del hombre blanco, para que se advierta hasta qué
punto ciertas doctrinas raciales implicaban una evidente ignorancia antropológica o una
perversa deformación política de los datos de la ciencia. La distribución racial (que, desde
luego, no revela predominio ni ventaja de ninguno de los tres grandes grupos) , ignora —como
no podía ser menos— las actuales fronteras políticas, hijas de problemas actuales, que nada
tienen que hacer con las remotas épocas en que estas tres grandes ramas se expanden por
Europa. Además, lo anteriormente dicho demuestra, en forma indiscutible, que no hay razas
puras y que las aculturaciones (o mezclas raciales) comienzan a producirse en tiempos
prehistóricos.