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ANTROPOLOGIA - Los hombres fósiles del Asia
EL HOMBRE FOSIL DE PEKIN
A partir de 1928 China viene siendo teatro de nuevas investigaciones cuyos resultados están
apasionando a algunos estudiosos. En dicho ario, explorando unas colinas calcáreas, a cuyo pie
los años han ido rellenando una serie de cavernas, el doctor Pei halló en una de ellas una calota
craneana bien conservada. Estas cavernas quedan muy cerca del pueblo de Chukutien, en las
proximidades de Pekín. Los rasgos de pequeñez, robustez y bestialidad de aquel resto
(aplastamiento de su parte superior, visera supraorbital, etc.) le acercaban sensiblemente a los
del Pithecanthropus. Nuevas búsquedas en dichas cavernas —si bien lograron hallazgos
paleontológicos numerosos, pertenecientes a buen número de especies extinguidas— no
fueron antropológicamente fructuosas. Estas investigaciones fueron efectuadas por el doctor
Black. Por último, Teilhard de Chardin ha dirigido otras que le procuraron cinco cráneos en
buen estado, ocho mandíbulas y pequeños fragmentos de fémures, húmeros y huesos
menores, que desgraciadamente no alcanzan para definir las características corporales.
Mandíbulas y dientes (por la carencia de mentón las primeras y por el desarrollo de las
cavidades pulparias y otros indicios los segundos; por su gran robustez todos) se asemejan
grandemente a los de un simio antropomorfo; el volumen de la caja craneana y otros detalles
anatómicos le identifican casi con el Pithecanthropus; la cavidad glenoide y algunos detalles
mandibulares y dentarios son netamente humanos. Por todo ello este nuevo ser parece
destinado, en opinión de algunos antropólogos (especialmente los tres investigadores antes
mencionados) a ocupar el lugar intermedio entre los simios y el hombre que otrora se creyó
posible atribuir al Pithecanthropus. Eso es lo que también opina Boule, que le considera un
prehomínido y que le ha bautizado, desde 1929, con el nombre de Sinanthropus Pekinensis.
La cosa se ha complicado porque T. de Chardin ha hallado, junto con dichos restos, piedras
talladas y hasta restos de fogones. Tales muestras humanas han provocado vivas
controversias. El abate Breuil ha entendido que esto evidencia el carácter humano de ese ser.
Weidenreich supone que los restos han sido llevados al interior de las cavernas por otros de
estos seres, que acaso fueran caníbales, que sólo conservaron los cráneos en calidad de trofeos.
Para Boule, las armas y los fogones denuncian la existencia de un hombre primitivo verdadero,
que sería el cazador del Sinanthropus. La hipótesis es seductora, pero no está probada, pues es
curioso que no nos hayan quedado restos antropológicos, aunque fueran en pequeña escala,
del hipotético cazador y sí únicamente de su víctima. Hay, pues, que esperar que nuevas
investigaciones permitan decir la última palabra.
Nueva complicación: los geólogos no se han puesto de acuerdo en una avaluación de la
antigüedad del terreno; el comienzo del período pleistoceno se estima entre 250.000 y un
millón de años...