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ANATOMIA Y FISIOLOGIA - Sensibilidad profunda
Comprende numerosas y variadas sensaciones que nacen en la intimidad de los órganos y
tejidos del cuerpo, y son de mucha utilidad para mantener la unidad funcional y la relación
entre las partes. Se consideran por separado la sensibilidad de las vísceras y la propioceptiva.
SENSIBILIDAD VISCERAL. Los
nervios
viscerales captan continuamente por sus
terminaciones, impresiones que transportan a los centros nerviosos, pero que pocas veces
entran en la esfera de la conciencia. Estas impresiones difieren según el órgano de que se trate.
El corazón y las grandes arterias se informan de los cambios de la presión arterial, del oxígeno
y del anhídrido carbónico de la sangre, y con esa base regulan los movimientos respiratorios y
la misma presión arterial. De la superficie pulmonar y pleural, nacen estímulos que por medio
del nervio vago gobiernan la respiración. De la tráquea, la laringe y la nariz, parten estímulos
que provocan la tos o el estornudo que sirven para limpiar las vías respiratorias. En la vejiga
nacen las sensaciones que provocan la micción.
Aparte de las diversas sensaciones enumeradas también hay sensación de dolor en algunas
vísceras y en otras no. El corazón, que no tiene sensibilidad táctil, la tiene dolorosa, de lo que
es prueba el intenso dolor de la angina de pecho. La pleura que recubre la pared costal y la
diafragmática, duele intensamente y en cambio la que tapiza al pulmón es indolora. Tienen
sensibilidad dolorosa el peritoneo, las vías biliares y las renales, los dientes, etc., como bien lo
saben los pacientes con peritonitis, cólicos, etc.; no la tienen el hígado, el bazo, etc. Un hecho
bien conocido pero de mecanismo todavía desconocido, es que el dolor puede manifestarse
lejos de la víscera enferma (dolor referido).
SENSIBILIDAD PROPIOCEPTIVA. Comprende también un complejo grupo de sensaciones
originadas en zonas profundas del cuerpo, que permiten apreciar y mantienen la postura de
cada una de las partes del organismo, el equilibrio corporal y los movimientos.
El estímulo es una fuerza que por presión o tracción deforma una parte del cuerpo.
Los receptores son varios. Unos se hallan alrededor de las fibras de todos los tendones y
músculos e informan sobre el grado de estiramiento que éstos sufren. Otros, formados por
unos grandes corpúsculos ovales (Pacini) situados en la palma de la mano y el pie, en la
superficie de las articulaciones y los huesos, informan de las presiones sufridas en esos
lugares. Finalmente los del laberinto, situados al lado del oído interno, reciben las variaciones
de presión de la linfa allí contenida, según la posición de la cabeza, y sus informaciones son
utilísimas para la conservación del equilibrio.