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ANATOMIA Y FISIOLOGIA - La sangre
Los organismos inferiores —estén constituidos por una o muchas células— toman del medio
ambiente en que viven los materiales que necesitan, y allí vuelcan los de desecho. Es decir, que
los intercambios necesarios para la vida se hacen directamente con el medio externo.
En los organismos superiores, y entre ellos el hombre, todas las células se encuentran bañadas
por un verdadero mar interior de líquidos circulantes, que hacen de intermediarios entre éstas
y el medio externo: los intercambios con el exterior son, por lo tanto, indirectos. Claudio
Bernard, el gran fisiólogo francés, designó acertadamente con el nombre de medio interno a
estos líquidos, que aseguran a las células la independencia de las permanentes fluctuaciones
físicas y químicas del medio exterior. En efecto, el medio interno se caracteriza por la
estabilidad de su composición, a pesar de que las células que baña, continuamente le viertan y
tomen productos, y a pesar de las variaciones del medio externo.
Al hablar de medio interno designamos dos líquidos íntimamente relacionados: el plasma
intersticial y la sangre. El plasma intersticial es el que baña a todas las células y corre por los
espacios que éstas dejan entre sí, como el agua dentro de una esponja; en su aspecto se parece
al agua, aunque contiene diversas sustancias disueltas. La sangre, circula dentro de un sistema
cerrado de tubos distribuidos por todo el cuerpo, en la intimidad misma de los tejidos; el
calibre de dichos tubos es inferior al de un pelo y sus paredes son porosas como un filtro, lo
que permite al plasma intersticial entrar y salir. La sangre se halla, pues, en permanente
intercambio con el plasma, asegurando así el mutuo pasaje de las sustancias disueltas. Pero,
además del plasma, hay en la sangre células libres que pertenecen a tres clases diferentes y que
son visibles con ayuda del microscopio: los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y las plaquetas.
Si se extrae sangre y se la pone en un tubo impidiendo que coagule, es fácil observar al cabo de
un cierto tiempo que se separa en dos capas bien de finidas: la inferior roja, formada por los
glóbulos, y la superior, de color amarillento, formada por el plasma. La proporción entre
ambos componentes es siempre fija en el hombre normal, y está representada
aproximadamente por un 55% de plasma y un 45% de glóbulos.