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ANATOMIA Y FISIOLOGIA - El corazón
REGULACION DE LA ACTIVIDAD CARDIACA
La función del corazón consiste esencialmente en expulsar sangre al sistema arterial, a fin de
mantener la circulación continua de la sangre en todos los órganos. Ahora bien, la cantidad de
sangre que precisa un músculo o una glándula depende de su actividad: durante el ejercicio, el
músculo esquelético consume mucho más oxígeno que durante el reposo y requiere, por
consiguiente, una cantidad de sangre mucho mayor. Entre los mecanismos complejos que
contribuyen a aumentar el aporte sanguíneo a los órganos, está el aumento de la cantidad de
sangre que expulsa el corazón en la unidad de tiempo (volumenminuto). Esta depende del
volumen de sangre expulsado por cada latido (descarga sistólica) y del número de latidos por
minuto (frecuencia cardiaca). Al analizar la influencia del volumenminuto sobre la presión
arterial, nos detendremos sobre los factores de que depende la descarga sistólica. Nos
ocuparemos ahora de la frecuencia cardiaca y de su regulación.
LA FRECUENCIA CARDIACA. En una persona normal, en reposo, el corazón late entre 65 y
75 veces por minuto, habiendo, sin embargo, grandes variaciones individuales. Son varios los
factores que fisiológicamente pueden modificar la frecuencia cardiaca. La edad es uno: los
niños tienen una frecuencia cardiaca mayor que los jóvenes, y éstos que los adultos o los
viejos. La actividad intelectual, la digestión y sobre todo la actividad física, producen una
aceleración que en el caso del ejercicio puede ser muy grande. En los jóvenes, durante un
ejercicio violento, el corazón puede llegar a latir hasta 200 veces por minuto. Terminado el
ejercicio, la frecuencia cardiaca desciende primero con rapidez y luego más gradualmente,
hasta alcanzar el valor de reposo.
REGULACION NERVIOSA.
Hemos visto
ya que el corazón es capaz de seguir latiendo
incluso después de separado del cuerpo. Es decir, que posee todos los elementos para
funcionar por sí solo. Pero, en condiciones normales, el sistema nervioso es el que permite al
corazón ajustar su actividad a las necesidades del organismo.
La inervación del corazón está a cargo del sistema nervioso autónomo. Dos clases de nervios
llegan al corazón: aceleradores, que provienen del simpático, y moderadores, que provienen
del vago.
Los nervios aceleradores emergen de la medula espinal dorsal y, después de hacer estación en
el ganglio estrellado y otros ganglios simpáticos, se dirigen al corazón.
Regulación nerviosa de la actividad cardiaca.
La estimulación eléctrica de estos nervios produce una manifiesta aceleración del corazón
(taquicardia). Al igual que en otros sectores,
la acción de estos nervios provenientes del
simpático se debe a la liberación de un intermediario químico. La excitación de los nervios
aceleradores provoca, al nivel de las terminaciones nerviosas, la liberación de simpatina, que
es la que en definitiva provocará la aceleración cardiaca al actuar sobre los centros automáticos
del corazón. La simpatina,
producto de secreción de la medula suprarrenal, es un pariente
químico de la acirenalina. No es, pues, de extrañar que la inyección de adrenalina produzca
sobre el corazón los mismos efectos que la excitación de los nervios aceleradores.
Los nervios moderadores provienen del neumogástrico o vago, nervio cuyas células de origen
se encuentran en el bulbo.
La mayor parte de las ramas cardíacas del vago derecho terminan en el nódulo sinoauricular,
y las el lado izquierdo en el nódulo aurículoventricular. La estimulación del vago derecho en
el cuello produce una disminución de la frecuencia cardiaca (bradicardia) y, si la intensidad
del estímulo es suficiente, un paro total del corazón. La del lado izquierdo produce un bloqueo
aurículoventricular y en algunos casos, si el estímulo es intenso, un paro total. También estos
nervios cardiomoderadores ejercen su acción mediante la liberación, al nivel de sus
terminaciones nerviosas, de un intermediario químico, que en el caso del vago es la
acetilcolina. La inyección endovenosa de acetilcolina produce idénticos efectos que la
excitación del vago.
Los nervios cardiomoderadores y los cardioaceleradores ejercen una acción continua sobre el
corazón; los primeros frenan continuamente al corazón, contrarrestando la acción aceleradora
de los segundos. Una acción continua de esta naturaleza se denomina acción tónica o tono. El
tono moderador vagal se demuestra por los efectos de la sección de ambos nervios. Se produce
una aceleración cardiaca notable y persistente. El tono vagal está mantenido por la actividad
del centro cardiomoderador bulbar, grupo de células nerviosas que dan origen a las fibras que
componen los nervios vagos. El centro cardiomoderador bulbar sufre influencias variadas: la
estimulación de cualquier nervio sensitivo puede producir un aumento de actividad del centro
cardiomoderador y, por consiguiente, del tono vagal, dando por resultado una bradicardia.
También ciertas actividades cerebrales, las emociones, el miedo, al influir sobre los centros
bulbares, pueden producir modificaciones en la frecuencia cardiaca.
Pero, sin duda, el factor principal en el mantenimiento del tono vagal son los estímulos que
llegan al centro, y que provienen de ciertas zonas vasculares sensibles a las variaciones de
presión arterial.
En la primera porción de la aorta y en la arteria carótida, al nivel de su bifurcación, existen
receptores nerviosos sensibles a las variaciones de presión. Estos receptores están conectados
con el centro cardiomoderador por nervios (nervio depresor y nervio de Hering) que
continuamente están enviando impulsos. Si aumenta la presión arterial, aumenta el número de
impulsos que llegan al centro cardiomoderador, su actividad aumenta y se produce
bradicardia. Si disminuye la presión arterial, disminuye el número de impulsos que por vía de
los nervios depresores y de Hering llega al centro cardiomoderador y se produce, por
disminución del tono vagal, taquicardia.