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AERONAUTICA - Helicópteros
La consagración del helicóptero ha resultado tardía en la historia de la aviación,
principalmente debido al gran número de problemas mecánicos y aerodinámicos inherentes a
este método de producir sustentación. Muchos de los primeros pioneers de la aviación habían
experimentado el vuelo con el ala rotativa, pero cedieron en favor de otros tipos de
construcción de aviones sobre los cuales se habían compilado muchos más antecedentes.
En el estudio de la sustentación del avión convencional se encontró que el flujo del aire sobre
las alas a una velocidad por lo menos equivalente a la de la pérdida de velocidad del avión era
el requisito más indispensable para el vuelo. Con el objeto de obtener esta velocidad, las alas,
abulonadas o fijas al fuselaje, tenían que ser movidas a través del aire por medio del
movimiento de todo el avión, siendo la velocidad del flujo del aire sobre las alas igual a la
velocidad del avión a través del aire.
No obstante, algunos de los primeros diseñadores concibieron la idea de que las alas no
estuvieran fijas al avión, sino que pudieran girar libremente a altas velocidades; en este caso
las "alas" girarían a velocidades muy superiores a la mínima necesaria para volar y al mismo
tiempo el avión podría permanecer inmóvil sobre el suelo. Las ventajas de este método de
vuelo eran obvias y el advenimiento del afortunado helicóptero prometía una enorme
utilidad. La facultad de volar a velocidades extremadamente bajas, aterrizando en espacios
pequeños sin desplazarse hacia adelante y de decolar verticalmente fue una visión y una
esperanza desde el principio de los tiempos. Un helicóptero que pudiera ser utilizado con
cierto grado de confianza no se produjo hasta 1930 y, sin embargo, hoy los helicópteros se
usan para un gran número de fines diferentes: colocar cables sobre terrenos montañosos o
inaccesibles en pocas horas, controlar el tránsito de carreteras desde un "puesto de
observación" aéreo, volar sobre campos de deportes para captar los juegos por televisión,
transportar el correo a los barcos desde las estaciones costeras, servir de enlace entre
aeropuertos alejados y el corazón de grandes ciudades, controlar el incendio de bosques,
efectuar salvamentos desde la selva y océanos, inspeccionar oleoductos, rieles de ferrocarriles
y líneas telefónicas, liberar ciudades cercadas por el hielo bombardeándolo en puntos
estratégicos, pulverizar sobre sembrados, localizar yacimientos minerales, distribuir peces en
lagos, estudiar las nevadas sobre las montañas con fines de estadística para la irrigación, y
buscar submarinos, como en la última guerra. Muchas de estas misiones probablemente no
podrían ser llevadas a cabo si no fuera por las características peculiares del helicóptero y
muchas de ellas pueden efectuarse sólo en una fracción del tiempo que sería necesario por
otros medios.
La palabra helicóptero deriva del griego helix, que significa espiral y pteron, ala. Hay distintas
formas de helicópteros en fabricación y estudio en la actualidad, pero todos tienen en común
los mismos medios para crear sustentación: la rotación de las palas. De acuerdo con la tercera
ley del movimiento de Newton, aplicada a la teoría del vuelo del avión convencional, se vio
que la rotación de la hélice producía una fuerza tendente a hacer girar el fuselaje en la
dirección opuesta. Este esfuerzo, aplicado a la aerodinámica del helicóptero, haría que el
cuerpo de éste rotase en la dirección opuesta a la del giro de los rotores principales, y de ahí
que tuviera que ser anulado.